jueves, 14 de diciembre de 2017

CHINA: NO ES CARIDAD. ES JUSTICIA, Fr. Jose Ángel López Legido


Seguro que con la frase del título ya tengo a los exégetas, moralistas, etc. en mi contra, pero, antes de juzgarme, permítanme primero comenzar a relatar mi experiencia como administrador del proyecto educacional y caritativo de SP Edify en la provincia de Yunnan (China), mediante la construcción de escuelas y proyectos de desarrollo social.
 
La primera vez que fui allí fue en 2001. La zona es preciosa desde el punto de vista turístico, pero durísima desde el punto de vista humano. Está habitada por miembros de la minoría étnica Miao, también conocidos como Hmong.
 
Una familia amiga china había oído hablar de la zona y de lo difícil de la situación allí, así que me animaron a ir con ellos a hacer una primera visita exploratoria. Pero nada de lo que me había dicho esta familia me había preparado para recibir el primer impacto emocional cuando pude ver la situación por mí mismo.
 
Es difícil imaginar que, ya en el siglo XXI, pueda haber zonas sin agua, sin electricidad, sin carreteras, sin médicos y, por supuesto, sin escuelas. Para empeorar las cosas, los Miao que residen allí son ilegales (allí los llaman “gente negra, lugares negros”) simplemente por haber emigrado a esta área sin el permiso de las autoridades, por lo que sufren una gran discriminación no solo por parte del resto de minorías étnicas de la zona, sino también por parte de las autoridades.
 
Solo como botón de muestra de la pobreza y situación humana de los Miao allí, transmito el siguiente testimonio personal del P. Lucio Gutiérrez, quien me acompañó en una ocasión, que “no había visto pobreza igual en ningún lugar en toda la vida, y eso que había pasado más de 30 años en Filipinas…”
 
Recuerdo perfectamente el interés con el que fuimos visitando a las familias, viendo sus condiciones de vida, escuchando sus relatos de enfermedades, maltrato y, en definitiva, de su impresionante pobreza. Era fácil ver posibilidades para hacer algo por ellos, porque cualquier cosa que se hiciera ya sería un gran servicio a aquella comunidad. Hacer algo a partir de cero no es difícil. También era fácil ver cómo nos miraban: primero con recelo porque no sabían la intención de nuestra visita, pero después de saber que estábamos intentando ayudarles, su mirada y actitud cambió y se podían palpar las expectativas que generaba nuestra visita. Nos miraban casi como dioses dispuestos a hacer algún “milagro”, o como magos dispuestos a sacar algo nuevo de la chistera.
 
Lo que no sabían ellos era lo que esta visita estaba generando dentro de nosotros mismos, hecho que se puso de manifiesto claramente en las casi 4 horas de coche el viaje de vuelta. Nos habían metido en crisis, tanto a la familia china (cristianos nuevos), como a mí mismo. Pasamos muchos kilómetros en completo silencio, solo roto por algún comentario aislado que no era bienvenido por nadie, porque todos queríamos hablar de algo más profundo, pero ninguno nos decidíamos a comenzar… hasta que comenzamos.
 
¡Qué fácil es sentirse importante cuando yo soy el que da o puede dar y el otro es el que recibe!, ¡Qué gratificante es poder decir “voy a hacer esto por ti, voy a darte esto”, cuando yo soy el que tiene todo y la otra persona carece hasta de lo más imprescindible!, ¡qué fácil es crear una situación de dependencia humana en un trato humano que, de este modo, es de total injusticia!
 
Y, sin embargo, ¿qué es lo que nos diferencia a ellos y a nosotros? No somos diferentes en nada. Ni ellos han hecho nada para merecer la situación en la que se encuentran, ni nosotros nos hemos merecido vivir como vivimos. La diferencia radical entre ellos y nosotros es que ellos han nacido allí y nosotros hemos nacido en un país diferente, en un lugar diferente, en una familia diferente.
 
Si yo hubiera nacido en Zhangpojiao (unos de los lugares en los que trabajamos) estaría también con la cara y la ropa sucia porque no tendría agua para lavarme, no sabría ni leer ni escribir porque no tendría oportunidad ni dinero para ir al colegio, comería exactamente la misma comida todos los días del año, etc., etc. Solo la fortuna nos diferencia y, en esto, ni nosotros somos merecedores de la nuestra, ni ellos son culpables de la suya. Dependemos de la cama en la que nacemos, y eso no lo hemos elegido nosotros.
 
Esto nos hace cristiana y humanamente responsables de hacer algo por ellos, no por el hecho de hacer caridad, en el sentido de darles una dádiva, sino por puro sentido de justicia que nos obliga a compartir lo que tenemos con los que no lo tienen, a redistribuir lo que Dios nos ha regalado con aquellos que, por desgracia, no tienen ni aquello que nosotros desecharíamos.
 
El proyecto social y educativo de SP Edify está, por tanto, basado en un profundo sentido de justicia y de generosidad y esto lo inculcamos a todos los profesores y estudiantes del Colegio San Pablo de Macau, quienes son los principales colaboradores del proyecto. Cada día se insiste más en que la solidaridad entre los seres humanos no es opcional, es obligatoria. Esto asocia la solidaridad con la justicia.
 
Aparte de esto, doy testimonio de que, en esta relación con los Miao, creo que hemos recibido mucho más de lo que hemos contribuido. Hemos recibido verdaderas lecciones de humanidad, de cómo una persona puede ser feliz en la pobreza, y también verdaderas lecciones de fortaleza de fe, de lo que realmente significa poner la vida en las manos de Dios.
 
Nuestra relación ha sido y es hoy día una relación en la que todos hemos salido ganando. Pero es mi opinión que nosotros hemos ganado aún más que ellos. ¿No es también injusto?
 
En posteriores entregas, iremos relatando todo lo referente a SP Edify, lo que hemos hecho, las dificultades que hemos encontrado, etc.

----------------

OBJETIVO AMANECER: ESCUELAS DE LA ESPERANZA
Pagar el salario de un profesor a lo largo de un año completo, es decir, esperamos llegar, con la ayuda de nuestros lectores, amigos y simpatizantes a reunir, antes del 31 diciembre de este año la cantidad de 2.124 euros.

Puedes colaborar con este proyecto enviando la cantidad que estimes oportuna -más abajo tienes el número de cuenta- a nuestra entidad bancaria, especificando en la transferencia “Escuela Daoming”.

También puedes donar en persona en cualquiera de nuestras casas, conventos, colegios o parroquias, señalando el mismo destino: “Escuela Daoming”.

AMANECER se encargará de hacer llegar los donativos al Colegio San Pablo de Macao.

SP Edify se financia EXCLUSIVAMENTE de donaciones recibidas y garantiza que el 100% de las cantidades donadas son usadas exclusivamente en el proyecto. Todos los gastos de administración corren a cargo del Colegio San Pablo.



No hay comentarios:

Publicar un comentario