martes, 10 de abril de 2018

LAICOS DOMINICOS EN JAPÓN: HISTORIA GLORIOSA, RENOVACIÓN EN MARCHA, por Fr. Mariano González OP

Orígenes: época de los mártires (1600 -1640)

 

Los laicos dominicos en Japón han sido una parte integrante y activa de la Familia Dominicana desde el comienzo de la misión. A finales del siglo XVI, nuestra Provincia aceptó ayudar a los cristianos japoneses que estaban perseguidos y necesitaban sacerdotes. Al llegar al sur de Japón, los primeros misioneros dominicos se encontraron con una iglesia perseguida y con pocos sacerdotes pero, por otro lado, muy viva con muchísimos laicos, muy activos en la proclamación del Evangelio.

 

Por ello, una de las primeras cosas que hicieron nuestros misioneros fue establecer la Confraternidad del Rosario y comunidades de terciarios para respaldar la espiritualidad de muchos fieles celosos que querían seguir el carisma de dominicano de los misioneros. De ellas, las más famosa fue la organizada en Nagasaki, eran tantos los que deseaban entrar, que se tuvo que poner el límite máximo de 300 miembros por no haber lugar, ni tiempo para formar más.

 

Dadas las dificultades y peligros que experimentaban los sacerdotes durante esos años, los miembros de dichas fraternidades se convirtieron en una gran fuerza y ayuda misionera, trabajando fiel e incansablemente enseñando a la gente la doctrina cristiana, atrayendo conversos a la Iglesia y cuidando de los mismos sacerdotes, escondiéndoles en sus casas, guiándoles por lugares los misioneros extranjeros no conocían, ayudándoles como catequistas, traductores, secretarios, etc. Y al final su testimonio cristiano les llevó a dar su propia vida por el evangelio, como por ejemplo las mártires vírgenes terciarias Sta. Marina de Omura y Sta. Magdalena de Nagasaki, así como el cofrade del Rosario, San Lorenzo Ruiz de Manila.

 

 

Nuevos comienzos: raíces de las comunidades actuales

 

Pasó la época gloriosa del cristianismo en Japón y llegó la persecución que prácticamente exterminó toda presencia pública cristiana, cerrando la nación al contacto exterior y controlando la población con mano de hierro a través del miedo, odio y temor hacia lo cristiano y extranjero.

 

Al volver nuestros misioneros a Japón de nuevo en 1904, se encontraron con una población nativa con muchos prejuicios y poco favorable al extranjero y a su religión, todo lo contrario que había sucedido durante el siglo de oro cristiano en Japón tres siglos antes, y en consecuencia el trabajo misionero será más arduo y el fruto más escaso. Ya no hay familias, grupos o gran cantidad de japoneses abiertos a aceptar el cristianismo, sino serán pocos, literalmente el trabajo será personal difícil.  Esta nueva realidad social japonesa que afectará el desarrollo lento de la Iglesia en Japón. Una iglesia de pocos cristianos y bastante dependiente del sacerdote misionero extranjero.

 

A pesar de ser pocos, sea individualmente como en los pequeños grupos diseminados por varias ciudades del país, los laicos dominicos terciarios y miembros de la cofradía del Rosario, como siempre, han sido fieles a su carisma y siguen jugando un papel importante en la ayuda a la iglesia, sobre todo en las pequeñas parroquias y escuelas, que han sido las dos formas más utilizadas en el último siglo para la evangelización en Japón.

 

Al volver de nuevo los dominicos de la Provincia del Rosario a Japón en 1904, se instalaron en la ciudad de Kochi para poder evangelizar la región de Shikoku, lugar en donde la Santa Sede había establecido un Vicariato Apostólico.

 

Se conformaron grupos pequeños de terciarios, muy fieles, celosos apóstoles que ayudaban en las tareas apostólicas a los misioneros en las parroquias y otras actividades. Su madurez cristiana, dedicación y su influencia fue bastante importante.

 

Al terminar la guerra, en 1946, el P. Vicario y también encargado de los terciarios, P. Vicente González OP, comienza en Kochi un nuevo registro de la Orden Tercera, aceptando a varias personas, entre ellos al capellán americano.  En 1947 entran 5 personas más en Kochi y 3 en Niihama.  En 1948, son admitidas 4 personas más de Oihana y 5 de Abajina.  En 1949, 8 personas de Kochi y 2 de Matsuyama, y así poco a poco irá creciendo el número de nuevos terciarios en los diversos lugares en donde trabajan nuestros misioneros.

 

 

Renovación de las comunidades y sus actividades

 

La tendencia del siglo XX continúa en el XXI, agravada quizás por las nuevas ideas posmodernistas y hedonistas de la sociedad, así como el envejecimiento agudo que por muchos años ha ido diezmando la Iglesia en Japón.

 

Sin embargo, nuestro vicariato de San José en Japón no quiere resignarse y se ha intentado, en los últimos años, reformar las instituciones para mejor cumplir nuestra misión y ello conlleva también, el impulso y renovación de la Familia Dominicana. El promotor vicarial ha trabajo mucho para que la unión tradicional de todos sus miembros siga siendo fuerte, reorganizando e impulsando las comunidades de laicos dominicos, creando nuevas en torno a parroquias de los frailes y conventos de hermanas dominicas, con el objetivo de rehacerlas con nuevo personal, más joven y mejor formado.

 

Para ello, se han creado materiales impresos como por ejemplo : se rehicieron los estatutos, se han traducido o escrito varios libros  con temarios para la formación de los miembros en todas sus etapas (postulantado, noviciado, juniorado, formación permanente), un manual de oraciones y estudio para las  reuniones  mensuales y,  sobre todo, hace  tres  años, se creó la revista mensual AGAPE, con noticias, meditaciones, contenido de la Orden, santos, historia, espiritualidad dominicana y también formación general católica, etc.

 

En la actualidad existen varias comunidades. La de Matsuyama (para la prefectura de Shikoku): unos 60 miembros con su sede en la parroquia del Sagrado Corazón de Matsuyama, heredera de las fundaciones laicales realizadas por los frailes en la región de Shikoku desde 1904, se ha convertido en la comunidad madre para las demás.

 

La comunidad de Fukuoka (en la isla Kyushiu): unos 15 miembros con su sede en la parroquia de Hakozaki (Fukuoka). La comunidad de Okazaki (para la zona de Nagoya): 9 miembros, con la sede en el convento de las hermanas Dominicas Misioneras de Santo Domingo de la ciudad de Okazaki, así como la comunidad de Itami (para la ciudad de Osaka):  6 miembros con su sede en el convento convento de las hermanas dominicas Misioneras de Sto. Domingo de Itami.