A raíz de la Exhortación Apostólica “Evangelii
gaudium” del Papa Francisco, se han acuñado “expresiones nuevas” que recogen
inquietudes seculares. Se habla ahora de “Iglesia en salida”; se habla de la
necesidad de pasar de una Iglesia de mantenimiento a una Iglesia de puertas
abiertas; de la necesidad de no excluir a nadie; de que se necesita un Pueblo
de Dios con el corazón abierto a la acogida, al acompañamiento, a una
proximidad que ayude a un trato personalizado para hacer presente el anuncio
del Evangelio. Y se resume todo este elenco de necesidades hablando de una
“Iglesia en salida” con las puertas abiertas para acoger y recibir, escuchar y
comprender, proponer y acompañar y, al mismo tiempo, para salir a buscar.
La exhortación comienza de modo muy personal con un
“ahora mismo” que nos interpela a todos: “Invito a cada cristiano, en cualquier
lugar y situación en que se encuentre, a renovar, ahora mismo su encuentro
personal con Jesucristo, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar con
él” (EG 3).
Y nos podemos preguntar, la salida ¿a dónde? A las
periferias, dice el Papa. Algunos hablan de periferias geográficas: los países
más pobres de África, Hispanoamérica o Asia, los lugares más pobres de nuestra
patria - en cada provincia, barrio…- y periferias existenciales: las de los
nuevos tipos de pobreza y exclusión por motivos de raza, género, enfermedad,
religión, instrucción…
En nuestra Diócesis de Coria-Cáceres estamos en
tiempo sinodal, en la parroquia también. Y hay una constante reflejada en las
diversas propuestas que van surgiendo y que, con otras palabras, hablan de esta
necesidad de tener “una iglesia en salida”. Propuestas que piden una mayor
participación de todos en la edificación de esta Iglesia nuestra: el conocer
mejor nuestra diócesis, nuestra parroquia; el prepararnos adecuadamente para
una mejor vivencia de nuestra fe; el comprometernos en el funcionamiento global
de la Iglesia…
En nuestra parroquia de San Juan Macías, situada en
un barrio joven de la ciudad de Cáceres, hay un pequeño grupo de fieles
sensibilizados y comprometidos con esta participación en este intento de vivir
la fe. Pero también, al ser un barrio joven, muchos han llegado de aluvión a la
ciudad y siguen teniendo sus raíces en los pueblos, con lo que nos encontramos
con una realidad paradójica: gran existencia de niños para recibir los primeros
sacramentos del bautismo y comunión y poca asistencia a misa los domingos,
sobre todo cuando coincide alguna fiesta o “puente” en los fines de semana.
Podemos “presumir”, según comentan algunos curas del
arciprestazgo, de tener el mayor número de niños bautizados en un año, pasamos
del centenar y de tener cuatrocientos cincuenta niños en los tres cursos de
catequesis de preparación para la Primera Comunión; pero el presumir se acaba
aquí pues el número se reduce casi a la nada una vez que la han recibido. Para
la confirmación hay dos grupitos de adolescentes y jóvenes; grupitos que serían
la envidia en otras parroquias pero que, en ningún caso, puede servir de
consuelo en la nuestra.
Sí hay muy buena respuesta de los niños y sus padres
en algunas celebraciones que organizamos a nivel de parroquia o de diócesis. El
festival de “Sembradores de estrellas” antes de la Navidad o el Encuentro
diocesano de infancia en el mes de abril son motivos para la convivencia entre
niños y catequistas de la ciudad y los pueblos de la diócesis. A nivel de
parroquia hay que destacar tres fechas significativas por orden cronológico y
en las que tiene una participación destacada la Cofradía dominicana del Stmo.
Cristo de la Victoria: el Vía Crucis organizado por la cofradía de la parroquia
y que recorre algunas de las calles de nuestro barrio. Este año los niños han
portado una cruz dominicana desnuda y la imagen “mini” del Stmo. Cristo de la
Victoria, titular de la cofradía.
El Corpus dominicano también lo celebramos con gran
asistencia de niños que han hecho ese año la Primera Comunión vestidos con sus
trajes de “comunión”. Comenzamos con una misa en el patio de la parroquia y, a
continuación, procesión con el Santísimo por las calles del barrio. Las andas
con la custodia la portan los jóvenes, aunque los mayores no pueden resistirse
a no sentirse ellos también protagonistas. Por último, la solemnidad de nuestra
patrona la Virgen del Rosario con triduo en su honor y misa solemne y procesión
por las calles del barrio en el domingo más cercano a la fiesta. El año pasado
“estrenamos” una imagen de la Virgen del Rosario, donada por una familia
feligresa y que este año ha salido en procesión, junto a su Hijo Resucitado,
por las calles de la ciudad de Cáceres.
No podemos olvidar la otra cara de la realidad
parroquial, tal vez menos llamativa y espectacular, pero más reconfortante en
esa “iglesia en salida”. Es la labor caritativa realizada por el grupo de
voluntarios de Cáritas. Hay muchas familias en el barrio que están sufriendo en
sus carnes la crisis económica. Familias jóvenes con niños y castigadas por el
paro. Aquí en la parroquia encuentran acogida y ayuda, a veces económica para
pagar la luz, el agua… y otras veces en alimentos para poder llegar a final de
mes.
Merece mención especial nuestro “Coro San Juan
Macías” que ameniza y acompaña todas las celebraciones parroquiales y es
habitual en la misa de niños de los domingos. También es muy solicitado por
otras parroquias, cofradías e instituciones y resalta su presencia en Navidad
en varias residencias de mayores o en la cárcel para compartir un poco de
alegría en esas fechas tan entrañables.
Todo esto nos puede ayudar a tomar conciencia de que
la Iglesia (la parroquia) somos todos los que formamos parte de esa gran
familia de los hijos de Dios. Que debemos renovar, ahora mismo, nuestro
encuentro personal con Jesucristo. Y que, para un cristiano, está prohibido esa
expresión: “ahora no puedo, quizás algún día…”.
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