sábado, 27 de marzo de 2021

TAIWÁN FRENTE A LA PANDEMIA: SERENIDAD, UNIDAD, CIVISMO, Fr. Pruden García OP

La isla de Taiwán cuenta con una población de unos 23,6 millones de habitantes, en una superficie como Extremadura, y su distancia con China es de apenas 150-160 kilómetros. Este pequeño e insignificante país no tiene ni voz ni voto en el concierto internacional. Ni siquiera se permite al país tener una representación en las grandes instituciones, ya sean las Naciones Unidas o la Organización Mundial de la Salud. Esta trágica situación proviene de las presiones políticas y económicas que China ejerce sobre la comunidad internacional, pues, al considerarse una provincia más de su territorio nacional, busca sin descanso nuestro aislamiento y rechazo en la esfera mundial.  

Es fácil imaginarse que los ciudadanos terminan por acostumbrarse a convivir con la ansiedad, el miedo y las constantes amenazas del dragón chino. Es habitual escuchar el sonido de las alarmas en nuestras ciudades. Se ponen los pelos de punta cada vez que prueban misiles o envían barcos y aviones militares cerca de las fronteras. También se sufre en silencio su prepotencia política, sus trabas a las inversiones económicas y todo tipo de agravios diplomáticos. En términos bíblicos, la situación se asemeja a la del pequeño David frente al gigante Goliat. Pidamos a Dios que la historia se resuelva de la misma manera…  

A pesar de todo, en los últimos decenios Taiwán se ha convertido en un ejemplo mundial de auténtica democracia, de libertad de expresión y de respeto a los derechos humanos. En la actualidad recibe grandes elogios por ser uno de los países que mejor está gestionando la pandemia del coronavirus. Hasta la fecha, el número de afectados por el virus se reduce a 578 personas, de las cuales 7 han perdido la vida. 

En un mundo sumergido en el miedo, la ansiedad y el sufrimiento por la pandemia, la destreza de Taiwán en el manejo del virus ha suscitado sorpresa, admiración, confianza y esperanza. Parece increíble que un país situado tan cerca de China, con un millón de sus habitantes viviendo o trabajando allí, haya sido capaz de semejante gesta. Son muchas las personas que, intrigadas y curiosas, no paran de preguntarse: ¿Por qué Taiwán ha conseguido contener la pandemia tan eficazmente mientras que los demás países no han podido? ¿Cuáles son las razones de su gran éxito? Las autoridades locales atribuyen este éxito a la aplicación de las siguientes medidas: 

1.La trágica experiencia del virus SARS (año 2003) provocó la rápida y contundente actuación de las autoridades. 

2.La política de prevención y la gestión eficaz del gobierno: control de fronteras, chequeos frecuentes, fabricación de mascarillas, cuarentenas, etc. 

3.La utilización de las nuevas tecnologías para contener y minimizar los efectos de la pandemia. 

4.La transparencia de las autoridades para mantener bien informada a la población. 

5.La colaboración ciudadana con las autoridades en beneficio de la seguridad sanitaria nacional. 

Gracias a estas medidas, Taiwán amanece hoy como un faro iluminador en medio de la tempestad, como un oasis en medio del desierto y como una “burbuja mundial” frente a la pandemia. El miedo y la ansiedad van desapareciendo de las vidas de sus habitantes, mientras que la serenidad, la alegría y la confianza se abren paso. En todos sus rincones se respira una sensación de euforia colectiva y de orgullo nacional. Pero todo el mundo sigue estando muy despierto, alerta, sin bajar la guardia ni dormirse en los laureles, pues, aunque se ha ganado una batalla al virus, se sabe que la guerra continúa.     

La idílica situación de Taiwán ha puesto en el escaparate del mundo lo mejor del corazón de sus gentes, su generosidad y solidaridad con los que sufren. Sus mascarillas, donadas por millones, y su material sanitario pululan sobre la faz de la tierra. Su experiencia en la contención del virus se comparte con los países necesitados. Y una sentencia se escucha a menudo en las conversaciones: “queremos ayudar más, pero no nos dejan”. Es una certeza que la sombra del gigante chino es alargada.    

La actitud de la Iglesia Católica de Taiwán durante la pandemia también ha sido ejemplar. Se han seguido a rajatabla las disposiciones de las autoridades en materia de prevención y control del virus. La mayoría de las parroquias han permanecido abiertas para las celebraciones litúrgicas y las actividades pastorales, pero siempre cumpliendo con los protocolos de seguridad sanitaria. Los católicos no han cesado de ofrecer oraciones y misas por todas las víctimas de la pandemia, especialmente por nuestras familias, amigos y compatriotas. Además, se han movilizado con rapidez en la recogida de donativos y material sanitario para enviarlos a países necesitados, como Italia, España, Filipinas, Camboya, etc. Para ilustrar mejor el espíritu generoso y solidario de este pueblo, aquí dejo esta información a modo de anécdota: el 1 de abril del 2020, los Religiosos Camilianos publicaron una carta pidiendo ayuda económica para los enfermos de coronavirus en sus lugares de misión y, en menos de una semana, recaudaron más de 6 millones de dólares americanos.             

Para terminar, la experiencia de la pandemia en Taiwán debe ser una semilla de confianza y esperanza para el mundo entero. Es posible derrotar al virus cuando se genera un clima de serenidad, unidad y seguridad entre la gente. Al mismo tiempo, la abundancia de fe, generosidad y solidaridad obra grandes milagros. Hoy, desde Taiwán, Jesús nos recuerda sus famosas palabras “¡Ánimo!, que soy Yo, no tengáis miedo” 

1 comentario:

  1. Os tengo envidia puesto que aquí la situación no mejora. Y esta semana santa, como el año pasado, tampoco podemos ir a los oficios, pues se han impuesto los protocolos más restringentes. Saludos desde Filipinas. Por cierto fui alumno de tu tío Pedro G. Galende OSA en el colegio de los agustinos de aquí y a veces él me hablaba de ti.

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