viernes, 8 de febrero de 2019

JOSÉ JIMÉNEZ LOZANO, Premio Cervantes 2002: "¿Es tan difícil explicar las cosas a quien lo necesite y no decir una vulgaridad en el mismo 'Credo'?"


José Jiménez Lozano nació en Langa, Ávila, España, en 1930. Licenciado en Derecho, Filosofía y Letras y Periodismo, recibió el Premio Cervantes en 2002. Trabajó, en su última época como director en el periódico El Norte de Castilla desde 1958 hasta 1995. Además de su trabajo como periodista posee una amplia obra literaria en el ámbito de la novela, el ensayo y la poesía. En 2017, el papa Francisco le otorgó la máxima distinción de la iglesia católica para un seglar, la Medalla Pro Ecclesia et Pontifice.



No es que la gente deje de creer o pueda mantener su fe sólo por la forma de transmitir el Evangelio a través del lenguaje ¿Pero no cree que el lenguaje actual de los predicadores (homilías, sermones, etc.) y sacerdotes, así como su conceptualización están completamente desfasados con respecto a las necesidades actuales de los creyentes? Es decir ¿qué importancia tiene, en la hora actual, el lenguaje como medio para la transmisión de la fe?

En todos los tiempos el lenguaje es un vehículo de expresión, y uno de los grandes problemas de hoy es que el lenguaje heredado, que es el normal, no se entiende, gracias al descenso cultural y al interés por el lenguaje de la koiné comercial norteamericana,  y se habla en una jerga incolora, e insípida que sólo puede expresar banalidades, un lenguaje  que es desecho del viejo riquísimo lenguaje que todavía hablan muchas gentes; y es de suponer que, si alguien quiere decir algo serio lo diga en el debido lenguaje, porque, si quiere utilizar el lenguaje al uso, desde luego que no podrá decir nada serio. Y concluirá por falsear el contenido de lo que quiere decir.

Pondré un caso de facilidad de lenguaje en la propia liturgia; decimos ahora en el Credo que el Hijo es de la misma naturaleza que el Padre, lo que ocurre con todos los hijos y es una vulgaridad repetirlo, pero, además, como es persona distinta del Padre y no dice que es de la misma sustancia, ya se habla de dos dioses por lo menos, como hizo notar en su día Étienne Gilson. ¿Cuesta tanto decir “consustancial” y explicar las cosas? En los demás países europeos se ha dejado “consustancial” ¿Es tan difícil explicar las cosas a quien lo necesite y no decir una vulgaridad en el mismo “Credo”?

Parece, en cualquier caso, que el científico, el jurisconsulto o el médico y el periodista serio no nos explican las cosas en su argot de oficio, pero tampoco en el género banal en que se hablan o se comunican las banalidades del vivir diario.

Podríamos decir con Burckhardt y con Mandelstam que los liberales secularizaron el lenguaje y con esto perdimos los nombres y los conceptos de la tradición cultural propia y de la religión ¿Es que creemos que se va a ganar algo en utilizar el dialecto impuesto para el jolgorio y la compraventa? Y haría en fin una advertencia a la presencia de que algo tan serio como el mundo de lo religioso entre en la Autopista de la Comunicación, y ya Kierkegaard advirtió que lo religioso en el mundo o es mundanidad o sería mirado como curiosidad, o puede salirse de allí, de aquella autopista como un desecho.



En su obra ha tratado en numerosas ocasiones, incluso en su momento se le acusó de jansenista, una posición que -por decirlo sin muchos matices- refleja, también, el intenso debate teológico que los dominicos, entre ellos algunos españoles, mantuvieron hace siglos con los jesuitas: la salvación se alcanza por las obras de los hombres o por la gracia divina. En un mundo tan caótico como el actual ¿la salvación nos vendrá por lo que creemos o por lo que hacemos?

Es divertido, en Checoslovaquia, donde las camaradas premiaron la traducción de mi novela, “Historia de un otoño” en los años de la “Carta 77” entendieron las cosas a derechas, sin hacer referencias a ninguna teología, jansenista o no, sino a la conciencia civil de las monjas de Port-Royal: se trataba de una cuestión de hecho: ellas no podían decir lo que Roma, el episcopado francés y la Sorbona las preguntaban sobre proposiciones teológicas de San Agustín que estarían en Jansenio o no.  En su caso`, subrayaron simplemente que no eran teólogas y no habían leído, ni pensaban leer a Jansenio ni a San Agustín. La defensa de una conciencia civil sobre un hecho físico – la no lectura de algo que no iban a entender - es lo que hicieron las monjas, y se cuentan en la novela las consecuencias que tuvo esa fidelidad a su conciencia, una conciencia civil obligada a defender un hecho porque es verdad, sin otra clase de motivaciones.

Lo curioso es que, en España, salvo en Cataluña, donde según me informó Ernest Lluch parece que se dieron algunas familias jansenistas, se llamaba jansenistas a los liberales regalistas y, en la misma Francia jansenistas de la última hornada fueron buena parte de los revolucionarios del 79. Mística degradada en política, según Péguy.

En un libro que se hizo entre nosotros yo pasé como jefe o único miembro de un partido jansenista. Es maravilloso.



Ciertos comentaristas de su obra insinúan, sin decirlo claramente, que pese a los numerosos premios y reconocimientos que ha recibido por su obra, en cierto modo sigue siendo un escritor poco reconocido para sus méritos, en parte porque se le ha tildado de escritor católico. ¿Le molestan a Ud. este tipo de calificativos? ¿Cuándo escribe, por ejemplo, algunos de sus relatos, lo hace con la conciencia de ser un escritor católico o un escritor puede, quizá incluso debe, separar su profesión de fe de su, por así decirlo, su profesión laboral, como si la literatura y la fe residieran en compartimentos estancos?

Pues eso se dice: que una cierta postergación se debe a lo que usted dice, pero sería divertido comprobar que también los católicos aprobarían esa especie de postergación, y dejemos el asunto.

Escritores católicos son cualquiera de los padres de la Iglesia y quienes hoy escriben de temas religiosos para ayudar a conformar el pensamiento a la moral o a la práctica piadosa y el sentir católicos, pero un tema religioso o católico no hace católicos un libro o una obra de arte, y en Occidente, contrariamente con lo que sucede con el icono oriental, no hay arte religioso, sino arte naturalista de tema religioso.

El Papa Gregorio I (590-604) estableció enérgicamente que las pinturas no son sacramentos ni epifanías divinas, sino asunto de este mundo, cosa de hombres.

En Francia se habló de escritores católicos y comentaba Mauriac con humor, pero con mucha razón “No hay escritores católicos y lo digo yo, que soy uno de ellos” y fueron escritores y poetas de un par de momentos en la historia de Francia. Y en Inglaterra fueron llamados así también: “escritores católicos”, los escritores conversos al catolicismo romano.

En España fue, en 1869, cuando se hizo el primer expurgo literario en el que cayó también Cervantes como perteneciente al momento imperial y católico, y un escritor por cierto que volvió a ser expulsado de la enseñanza de la literatura por un Comité educativo en 2007, no se sabe por qué.

En cuanto a mí, pienso en lo acertados que han estado siempre los amigos del oficio, y digamos de la casa de enfrente, que han tratado de dulcificar lo crudo que se ha vuelto aparecer en España como católico, añadiendo siempre “católico heterodoxo”, e incluso dijeron que mi “Los cementerios civiles y la heterodoxia española” era un anti-Menéndez Pelayo, pero no parece que hayan adelantado mucho. ¡Qué lo vamos a hacer!



En innumerables momentos de la historia se ha afirmado que Dios ha muerto, en la hora actual, la desaparición de Dios se produce por abandono o indiferencia ¿pueden y deben la Iglesia y los cristianos buscar un remedio milagroso a ello o la situación ha alcanzado un punto de no retorno que la mejor solución es retirarse a las catacumbas?

Hace ya muchos años que Eric Voëgelin publicó su libro sobre “El asesinato de Dios y otros escritos políticos”, porque esta muerte de Dios es un asesinato político, efectivamente, aunque los teólogos han estado también jugando a la muerte y a la vuelta de Dios, pero el asunto no es un juego. Lo cierto es que el mundo de lo religioso experimenta un retroceso constante. Pero este retroceso no nace como las lechugas, sino que está constantemente sugerido con el aire que se respira o sencillamente impuesto; y lo que sorprende es que no haya habido una gran resistencia cristiana ni civil ante la banalización del valor de la razón y la existencia humana. El Dios de la zarza ni tiene nombre ni existencia como la humana y es absolutamente transcendente, ya se mató a Cristo y a millones de cristianos, pero nada más.  La cosa no tiene mucha más historia, pero la suerte del hombre y de la razón no está asegurada.



En numerosas partes de su obra ha tratado con el espinoso asunto de la Inquisición en la que, como es sabido, los dominicos tuvieron un destacado protagonismo. Ciertos historiadores afirman que se ha exagerado su protagonismo, que ellos mismos fueron víctimas del contexto histórico y doctrinal de la época. ¿Eran tan fieros como suelen ser pintados? ¿Debería la orden dominicana hacer autocrítica y -ahora que está tan de moda lo de la memoria histórica- pedir perdón por los excesos cometidos?

El asunto de la Inquisición española, castellana como se la llamó porque se fundó jurídicamente en Medina del Campo, es muy claro: se trata de una institución para el descubrimiento y castigo de los falsos conversos del judaísmo y del islam, a los que más tarde se añadirían otras heterodoxias religiosas, pero muy menores todas en relación con el judaísmo y su infiltración en la cristiandad.

El Gran Inquisidor se convierte en el primer Secretario de Estado de Su Majestad, y el carácter político racista de la Institución queda bien definido; y en sus Edictos quedan explicitadas las conductas que revelarían y deben ser juzgadas como signos de fidelidad clandestina a la “ley de Moisés” o “a la secta de Mahoma”: conductas de alimentación, aseo, gestos y lengua y todo aquello que no sea la conducta y la gestualidad del labrador no letrado o del hidalgo vasco. Todo lo cual reduce la fe a una materialidad como comer tocino o pasar la uña por el filo de un cuchillo o no encender lumbre los sábados etc., lo que convierte a la sociedad en un régimen demagógico en el que no tener una ascendencia de labradores puede ser impedimento para formar parte hasta de un Consejo Real, y también en una sociedad de sospecha de unos frente a otros a favor del labrador iletrado y muy en contra de todo oficio vil como el de comerciante o banquero.

El procedimiento procesal fue ya muy criticado en su tiempo e incluso apelado en Derecho, porque, como decía un cura de una aldea de Soria, en el siglo XV, él se sabía muy bien sus “bolonias” y que los romanos tenían claro que el pensamiento no delinque; pero la tortura desgraciadamente se practicaba en todas partes en Europa, en tribunales civiles o no.  E inquisidores hubo de todos los talantes y colores La fama de saber que tenían justamente los dominicos hizo que se echara mano de ellos, porque  hubo un momento, en el tiempo del Gran Inquisidor Niño de Guevara, en el que éste vio que los funcionarios inquisitoriales habían bajado mucho de nivel y venían a dar razón a los que decían que la Inquisición era “un cristo, dos candeleros y tres majaderos”, pero el rey alegó que una renovación tan grande como era necesaria para tener funcionarios competentes iba contra el prestigio de la Institución, y la cosa fue tirando en muy precarias condiciones,

A mí me parece que, por lo demás, que no hay que hacer comedias molierescas de pedir perdón después de tantos siglos, y a tanta gente que nada tenía que ver con la maldad de la institución. 

Se suele reseñar -Ud. mismo lo ha perfilado en su obra- el notable encaje que el espíritu castellano (firmeza, austeridad, rigorismo, etc.) ha mantenido con la fe católica, en figuras tan dispares como Santa Teresa, S. Juan de la Cruz, Fray Luis de León ¿existiría alguna posibilidad que el carisma dominicano, iniciado por un burgalés como Domingo de Guzmán, encapsule algo de ese binomio Castilla-catolicismo o se trata de una mera coincidencia geográfica?

Yo no veo muy claro que haya un espíritu castellano, ni que esto tenga que ver demasiado con su religiosidad. La que construye el espíritu de estos hombres y mujeres son la tradición y las instituciones religiosas del tiempo. En Castilla, por ejemplo, cuando Europa y nuestros europeístas de entonces andaban tratando de que encerráramos a los judíos en ghettos, se produjo la Reforma de la Iglesia comenzada hacia 1380-90 y consumada con la Reina Isabel I, por lo tanto, siglo y medio antes de Erasmo, de manera que Lutero no tuvo nada que hacer en España por eso mismo.

¿Puede (o debe) un escritor, disculpe la insistencia, catalogado como católico, a través de su palabra escrita, ofrecer a un mundo mayoritariamente increyente testimonio de los valores religiosos y éticos del catolicismo? ¿O quizá cuando uno se considera escritor cristiano el testimonio debe proceder de su vida personal y no de su escritura?

En su vida personal desde luego. Y los autores de nuestro teatro clásico, sin ir más allá, eran catolicísimos pero sus obras eran muy contrarias al catolicismo.  Un escritor es un católico o no, pero otro asunto es si su obra literaria aborda una historia o un tema católicos o cualesquiera otros,  y ambos  extremos se dan, por ejemplo, en  Flannery O´Connor que era una escritora católica no porque nos contara historias con alguna gente católica, sino porque venía de una tradición católica irlandesa y en ésta  se desarrollaba su imaginario de escritora, y el ateo Santayana escribe de sí mismo: “Era hijo de la cristiandad; mi herencia procedía de Grecia, de la Roma antigua y moderna, de la literatura y filosofía de Europa. La historia y el arte cristianos contenían todas mis mediciones espirituales, mi lenguaje intelectual y moral” Pero no es un escritor católico, y probablemente en España es poco estimado porque se piensa que es un católico. “¡España y yo somos así, señora”, como decía don Ricardo León.

Como excelente conocedor de la Biblia, qué tres libros, capítulos o personajes recomendaría ¿para una persona que no cree? ¿Para una persona que quiere leer simplemente buena literatura? ¿Para un creyente que se ve agobiado por un entorno abrumador de no creyentes?

Voltaire creía que el libro de Job es el “summum” del genio humano, pero como diría el profesor Malat, un egipcio, especialista bíblico en Oxford,  cuando le recordaban que después de la Biblia estaba Shakespeare, respondía que nada es literariamente comparable a aquella, pero en ella hay narraciones y hay poesía, y dentro de estos géneros hay sus gustos, una escena como la visita de Saul a la adivina, es tremenda, el libro de Ruth tiene un gran encanto,  el camino silencioso entre Abram e Isaac hasta el monten donde piensa le va a matar es un desconcierto, la poesía de Isaías y Jeremías asombrosa y de un asombro inacabable. Y todo esto en el plano literario es igual para un ateo que para un no ateo, la lectura del cristiano o del judío cumplidor de la ley son necesariamente diferentes cuando la leen desde su fe.

Ha elogiado, en diversos momentos de su obra, la excelente convivencia que en la España medieval existió entre el islamismo, cristianismo y judaísmo -pese a que algunos autores son algo escépticos al respecto- considerando las dificultades actuales que plantea la convivencia entre religiones, especialmente el islamismo, ¿podríamos extraer algunas conclusiones válidas para el momento actual venidas desde siete siglos antes?



No se dio Jauja, obviamente, pero durante unos tres siglos son gentes de tres leyes, como ellos decían, que se pusieron a convivir, sin añadir al hecho razones de ningún tipo, y lo hicieron, Cuando en el XV los cristianos “se auparon” y fueron más poderosos y se hicieron también más europeos comenzaron a sentirse más señores, y judíos e islámicos más siervos, todo se rompió tal y como en el epitafio escrito en latín de los cuatro que hay en la tumba de Fernando III el Santo. Tres de ellos en hebreo, árabe y castellano, y en los que no se hablaba, como en el que está escrito en latín, de la extirpación de judíos e islámicos, es decir, la política arrastrando a la religión y se acabó la convivencia: “Cuius regio eius religio” para toda Europa.

Nosotros estamos llenos de ideología y por lo tanto llevamos la violencia en nosotros mismos, tendremos que acudir a la tolerancia y ojalá que lleguemos a la convivencia y la libertad.



Hace unos meses el Papa Francisco le concedió la medalla 'Pro Ecclesia et Pontifice' ¿Es una distinción con un significado especial u otra más entre tantas que ha recibido?

La distinción recibida del Papa es lógicamente peculiar, pero como todas las distinciones son gratuidades y larguezas de quienes la conceden, no son el final de un concurso de méritos, y obliga a un agradecimiento. Las razones las tienen quienes las conceden.

Conoce Castilla y sus gentes como la palma de la mano, nació en un pueblo, vive en un pueblo. ¿No le causa tristeza observar que el empeño que tantas generaciones, a lo largo de los siglos, han demostrado en preservar su fe, vaya desapareciendo?

No sólo es Castilla, sino España entera, y podríamos hablar de Europa las que vemos deshaciéndose, pero no son un “fatum” no es un vencimiento; es el deshacimiento bien pensado y proyectado de toda nuestra civilización En vez de resistir, esta ruina se ha acogido como una revelación de un tiempo nuevo. Es la guerra cultural que han ganado los camaradas. Por lo menos hasta ahora, y no es que hayan sido sinuosos y ladinos. Han hablado claramente. Han convencido. Cada vez que veo a amigos del Oriente de Europa o del mismo USA me dicen que Europa se quedó fascinada, y vive en medio de un apocalipsis. Desgraciadamente jugará todavía mucho tiempo a Twitter, como los muchos golfillos en las paredes, para entretenerse o porque la mente no da para más, o estará lamentándose de las tinieblas que van a sepultarnos, pero no haremos nada. 



Desde su edad avanzada, parece inevitable pensar en el momento de la muerte, cuya necesidad de trascendencia, según muchos autores, constituyó uno de los pilares de la religión ¿piensa Ud. en ese momento definitivo? ¿tiene temor a morir? ¿Qué significado desde el punto de vista religioso y humano tiene para usted?

He pensado en la muerte, y me da miedo, pero tengo esperanza, y en paz.

Para terminar, un par de figuras dominicanas que tengan especial relevancia para Ud. y los motivos por los que considera que son interesantes.

He conocido varios dominicos, pero recuerdo sobre todo a dos de ellos que me ilustraron durante unos cuantos días y a su debido tiempo sobre el Vietnam en guerra con USA y me aseguraron por qué la ganaría el primero, porque, entre otras cosas.  comprendieron los camaradas, y no los occidentales, el culto a los muertos de los vietnamitas. En los últimos cincuenta ya consideraban perdida la cristiandad occidental, y de manera indolora. Y así han sido las cosas.

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Con la colaboración de Mario Gómez


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