jueves, 8 de febrero de 2018

UNA EXPERIENCIA CONTAGIOSA: LAICOS DOMINICOS Y LAS NUEVAS ARMAS DE LA EVANGELIZACIÓN (VALLADOLID), Carlos Malillos


Carlos Malillos (1º drcha.) con antiguos alumnos
Corría el año de 1973, cuando la actividad docente me llevó un buen día a ser profesor de Física y Química y de Matemáticas en el colegio dominicano de Arcas Reales de Valladolid. Por aquel entonces, el edificio de Fisac albergaba únicamente a alumnos pertenecientes a la Escuela Apostólica, con lo que mi labor se concretaba en impartir las asignaturas citadas.

Con el transcurso de los años, el número de aspirantes al noviciado fue en regresión, a la vez que se incrementaba el número de alumnos externos. Fue entonces, cuando los profesores seglares fuimos incorporándonos al hacer apostólico y cuando, en concreto, a mí me designaron Responsable de la Comisión de Solidaridad. De aquella época recuerdo las innovadoras campañas de materiales reciclables: varias de papel y una de vidrio, que abarcó a toda la ciudad de Valladolid y en la que recogimos una ingente cantidad de este material, que supuso 700.000 pesetas de la época, todo un dineral que entregamos a "Manos Unidas" para un proyecto solidario.

Para proyectos solidarios de esta misma ONGD era también el dinero recaudado en las famosas "Cenas Dominicanas del Hambre", en las que, con la colaboración de padres, profesores, alumnos y AMPA, elaborábamos una considerable cantidad de tortillas que, convenientemente transformadas en suculentos bocadillos, se vendían a un precio muy razonable, con la sana intención de degustarlos tras un acto litúrgico que celebrábamos en la capilla del colegio.

En nuestro intento de educar a nuestros alumnos en sentimientos de solidaridad, pusimos en práctica la recogida de alimentos no perecederos, en días próximos a la Navidad, que entregábamos al Banco de Alimentos. Durante varios años, fuimos el colegio de Valladolid que más kilos de comida entregó, con un voluntariado que no alcanzaba los 500 alumnos. Todas estas colectas se siguen realizando en la actualidad, con ligeras modificaciones, y con notable éxito.

Otra de las tareas en las que me vi involucrado fue en la de colaborador de la revista "Dominicos". Quizás fuera este hecho el que marcara el inicio de mi vocación literaria, aparentemente tan alejada de mi tarea de profesor de Ciencias.

Tras cuarenta años de estancia en el colegio, llegó el momento de mi jubilación, que no supuso alejarme definitivamente de mi lugar de trabajo ni de mi contacto con la Orden, antes bien, me integré en la misma a través de la Fraternidad de Laicos existente en mi ciudad. Como dije en el día de mi despedida como docente, el roce hace el cariño y el contacto con dominicos durante tantos años, ha hecho que me haya convertido en uno de ellos.

Desde la Fraternidad intento seguir siendo fiel al carisma dominicano, participando en reuniones con mis hermanos, en donde el estudio, la oración y la predicación son los pilares sobre los que intentamos sustentar nuestra vida espiritual.

Dado el continuo descenso de vocaciones en monjas, hermanas y frailes, no resulta aventurado predecir que la cuarta rama de la Orden, la de los laicos, está llamada a convertirse, por número y por deslocalización, en la que, potencialmente, puede hacer llegar a más personas la Buena Noticia. En tiempos de nuestro padre Santo Domingo, se predicaba por calles y plazas; en siglos posteriores, desde el púlpito; pero en la actualidad, los medios de comunicación, tanto impresos como digitales, y sobre todo estos últimos, parecen los más idóneos y los que mayor poder de penetración tienen en una sociedad que se declara, en su mayoría, agnóstica, y que huye de todo aquello que proceda de fuentes clericales.

Carlos Malillos firmando una de sus obras
Esto me ha llevado a experimentar con un tipo de apostolado nada original, pero sí bastante diferente a lo que se suele hacer. Poco a poco he ido compaginando vocación literaria y predicación. Teniendo en cuenta que en la juventud se encuentra el futuro, he escrito hasta el momento tres novelas, especialmente diseñadas para los más jóvenes y que son escogidas por colegios e institutos dentro del “Plan para el Fomento de la Lectura”. En aquellos centros escolares en donde las eligen, doy una charla y converso con los alumnos sobre las características de mis escritos, que, como cabe suponer, contienen enseñanzas de marcado carácter moral y dominicano.

También tengo mi propio blog literario: [ENLACE] en el que publico, jueves y domingos, temas de actualidad relacionados con la literatura, la cinematografía, opiniones periodísticas etc. en lo que yo he dado en llamar "blog de gentiles", de carácter no explícitamente cristiano, pero en donde, sutilmente, se deslizan enseñanzas moralizantes que son leídas por todo tipo de personas, sin tener en cuenta su credo o religión.
Seguramente, estas dos formas de predicación son desconocidas, no solo fuera de España, sino en mi propio país. Agradezco a la revista "Amanecer", la oportunidad que me da de publicitarlas y me pongo a vuestra disposición por si desearais que os visitara con alguna de mis publicaciones. Sería la forma más patente de poner en práctica nuestra "misión compartida".

También me podéis encontrar en Facebook, lugar desde el que contacto con personas de los cinco continentes y desde donde os ofrezco también mi amistad.

La familia dominicana con la que sueño, no entiende de fronteras. Únicamente unidos bajo un mismo carisma, nuestra acción apostólica puede resultar más eficaz si previamente nos conocemos y sabemos los diversos y personales modos de predicación, con los que intentamos extender el reino del Señor.

Él y nuestro Padre Santo Domingo velarán para que así sea.
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Carlos Malillos Rodríguez OP. Profesor jubilado del colegio de Arcas Reales



1 comentario:

  1. Estoy encantado, D. Carlos, con su criterio de presencia en el "Blog de gentiles". Yo también he practicado esta forma de predicación "gentil" y he cosechado buenos resultados. Existe una forma de predicación oficial, canónica, ritual, eclesiástica y formal del Evangelio. Pero actualmente hay también otras formas de predicación extra-oficial, no litúrgica e informal, que da muy buenos resultados, lo mismo entre creyentes que no creyentes. Las nuevas tecnologías de la comunicación social favorecen ese tipo de predicación informal, que ha de ser incorporada a la tradicional sin reservas. Son nuevos foros y púlpitos del anuncio fiel, competente y respetuoso de la Redención, que encajan perfectamente en los parámetros fundacionales de la Orden de Predicadores, en la onda apostólica de S. Pablo. Enhorabuena, pues, D. Carlos Malillos, y mucho ánimo. ¡Quién dijo miedo!

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