Mostrando entradas con la etiqueta Jose Ángel López. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Jose Ángel López. Mostrar todas las entradas

sábado, 20 de enero de 2018

LA VACA DE SHAHONGKOU (CHINA), Fr. Jose Ángel López Legido


Nuestra primera contribución en Yunnan, provincia de China, no fue para construir una escuela nuestra, sino para ayudar a la construcción de una escuela del Gobierno.

Shahongkou es una aldea situada en lo alto de una montaña. Solo es accesible siguiendo un sendero muy complicado que, en tiempos de lluvia, es absolutamente intransitable para coches. Yo la conocía porque la había visitado ya en dos ocasiones. En una de ellas los aldeanos nos invitaron a cenar con ellos. Pusieron la comida en una mesa completamente negra de la suciedad, y limpiaron los palillos que íbamos a usar para comer con un trapo tan negro y sucio como la mesa. Lishu, mi acompañante, y yo nos miramos y recuerdo que le dije: “No digas absolutamente nada. Comeremos lo que nos pongan porque no debemos rechazar su hospitalidad”. No puedo decir que la comida fuera exquisita, pero sí puedo decir que, a pesar de la suciedad, ni tuvimos dolores de estómago ni diarrea.

Shahongkou disponía ya de una escuela, completamente en ruinas, así que necesitaban una nueva, y así se lo habían solicitado al Gobierno. Y el Gobierno, después de muchas gestiones, aprobó la escuela nueva, pero pedía al pueblo una contribución de 40.000 RMB (5.159 €), dinero que debían aportar todas las familias. Pero para ellos el reunir tal cantidad de dinero era absolutamente imposible, ya que cada familia solo veía unos 100 RMB (equivalente a unos 10 euros) al año.

Así que recaudé el dinero en Macao y lo llevé a Yunnan. Aproveché también la ocasión para llevar a representantes de nuestro colegio DE en Macao a Shahongkou para que vieran la situación en vivo y en directo y nos ayudaran a concienciar al resto de profesores y alumnos sobre la necesidad de ayudar a los Miao de Yunnan. Llevé un total de 6 personas: 2 estudiantes, 2 padres de estudiantes y 2 profesores.

La visita les impresionó. Nunca habían visto nada así. Lo que más les impresionó fue la suciedad de los niños, debido a la escasez de agua, y también el modo que usaban para recolectar el agua de lluvia, un método muy parecido al que usaban los romanos en la antigüedad.

Visitando a las familias y sus hogares, entraron en una casa donde solo habitaba una mujer mayor, que estaba sumida en un llanto incontrolable y desgarrador. Preguntamos la razón y nos dijeron que la vaca que tenía se había muerto. La vaca es la posesión más preciada para los Miao. Es imprescindible para poder trabajar en los campos situados en las pendientes de las montañas con un desnivel de más del 30%. Para los Miao, la vaca es considerada como un miembro más de la familia, y duerme todas las noches en la misma y única habitación del dueño y de su familia. Sin la ayuda de la vaca, es imposible plantar y recolectar en el campo, y sin la cosecha es imposible vivir. Simplemente, y hablando sin dramatismo, la señora se estaba enfrentando al hambre y a una miseria aún mayor de aquella en la que ya estaba inmersa.

Le dimos palabras de ánimo y también rezamos por ella, no con ella porque no paraba de llorar. Era imposible el consuelo y todos lo entendíamos. Una vida ya de por sí durísima, se iba a convertir en mucho más dura por la muerte de la vaca.

Entonces uno de los estudiantes hizo una pregunta clave: ¿Cuánto cuesta una vaca? Nos lo dijeron. Era el equivalente a varios años de ingresos para los Miao. Pero la pregunta encendió la esperanza y la solidaridad. Sin decirles una sola palabra, cada uno de los estudiantes, padres y profesores fue poniendo sobre la mesa todo lo que podían: 50 RMB, 100 RMB, 200 RMB (25€). Yo los estaba observando con la piel de gallina, porque estaba siendo testigo de una escena maravillosa y de una expresión de amor, de solidaridad y de humanidad impresionante. Cómo no, yo también hice mi contribución, mayor que la de los demás en cantidad, pero igual a la de ellos en cariño. Reunimos lo suficiente para comprar una buena vaca y también para que comprara comida y medicinas.

El viaje fue, pues, un éxito: no solo hicieron turismo y visitaron lugares desconocidos, sino que también recibieron una clase importante de “exposición a la realidad del mundo” que, estoy seguro, va a serles de mucho provecho en su vida futura. Seguro que jamás olvidarán la mirada sorprendida y agradecida de la señora a la que ayudamos, como yo tampoco la olvido.

Este es el objetivo que perseguimos: no se hace nada pidiendo dinero y entregando dinero. Es necesario algo más profundo. Por una parte, queremos intentar educar y formar la mentalidad de los alumnos y demás personas que tienen relación con nosotros en Macao, ciudad rica, donde hay de todo y donde se desperdicia tantísimo. Creemos que esto es una parte esencial de la educación de nuestros estudiantes en valores. Pero también es imprescindible acompañar a las personas en necesidad, ponerse a su altura, visitar sus casas, compartir su comida y pobreza, mirarles a los ojos no desde arriba sino desde su mismo nivel porque esto crea esperanza, paso primero y esencial para futuras fases de desarrollo.

Lo sucedido en este viaje nos iluminó para decidir el lema de SP Edify: “Ayudando y creando esperanza”. Al ofrecer una mano amiga siempre estamos creando esperanza, humanidad, solidaridad y justicia, a la vez que ayudamos a reducir complejos de superioridad o inferioridad tanto por parte del que da como por parte del que recibe. Todos salimos beneficiados de ello, aunque yo sigo creyendo que nosotros recibimos mucho más de lo que damos.

Y esto también nos ayudó a tomar la decisión de explorar la zona, ver dónde se nos podía necesitar más y comenzar a construir nuestras escuelas en esos lugares. Pero, bueno…. eso ya lo dejamos para capítulos posteriores.

jueves, 14 de diciembre de 2017

CHINA: NO ES CARIDAD. ES JUSTICIA, Fr. Jose Ángel López Legido


Seguro que con la frase del título ya tengo a los exégetas, moralistas, etc. en mi contra, pero, antes de juzgarme, permítanme primero comenzar a relatar mi experiencia como administrador del proyecto educacional y caritativo de SP Edify en la provincia de Yunnan (China), mediante la construcción de escuelas y proyectos de desarrollo social.
 
La primera vez que fui allí fue en 2001. La zona es preciosa desde el punto de vista turístico, pero durísima desde el punto de vista humano. Está habitada por miembros de la minoría étnica Miao, también conocidos como Hmong.
 
Una familia amiga china había oído hablar de la zona y de lo difícil de la situación allí, así que me animaron a ir con ellos a hacer una primera visita exploratoria. Pero nada de lo que me había dicho esta familia me había preparado para recibir el primer impacto emocional cuando pude ver la situación por mí mismo.
 
Es difícil imaginar que, ya en el siglo XXI, pueda haber zonas sin agua, sin electricidad, sin carreteras, sin médicos y, por supuesto, sin escuelas. Para empeorar las cosas, los Miao que residen allí son ilegales (allí los llaman “gente negra, lugares negros”) simplemente por haber emigrado a esta área sin el permiso de las autoridades, por lo que sufren una gran discriminación no solo por parte del resto de minorías étnicas de la zona, sino también por parte de las autoridades.
 
Solo como botón de muestra de la pobreza y situación humana de los Miao allí, transmito el siguiente testimonio personal del P. Lucio Gutiérrez, quien me acompañó en una ocasión, que “no había visto pobreza igual en ningún lugar en toda la vida, y eso que había pasado más de 30 años en Filipinas…”
 
Recuerdo perfectamente el interés con el que fuimos visitando a las familias, viendo sus condiciones de vida, escuchando sus relatos de enfermedades, maltrato y, en definitiva, de su impresionante pobreza. Era fácil ver posibilidades para hacer algo por ellos, porque cualquier cosa que se hiciera ya sería un gran servicio a aquella comunidad. Hacer algo a partir de cero no es difícil. También era fácil ver cómo nos miraban: primero con recelo porque no sabían la intención de nuestra visita, pero después de saber que estábamos intentando ayudarles, su mirada y actitud cambió y se podían palpar las expectativas que generaba nuestra visita. Nos miraban casi como dioses dispuestos a hacer algún “milagro”, o como magos dispuestos a sacar algo nuevo de la chistera.
 
Lo que no sabían ellos era lo que esta visita estaba generando dentro de nosotros mismos, hecho que se puso de manifiesto claramente en las casi 4 horas de coche el viaje de vuelta. Nos habían metido en crisis, tanto a la familia china (cristianos nuevos), como a mí mismo. Pasamos muchos kilómetros en completo silencio, solo roto por algún comentario aislado que no era bienvenido por nadie, porque todos queríamos hablar de algo más profundo, pero ninguno nos decidíamos a comenzar… hasta que comenzamos.
 
¡Qué fácil es sentirse importante cuando yo soy el que da o puede dar y el otro es el que recibe!, ¡Qué gratificante es poder decir “voy a hacer esto por ti, voy a darte esto”, cuando yo soy el que tiene todo y la otra persona carece hasta de lo más imprescindible!, ¡qué fácil es crear una situación de dependencia humana en un trato humano que, de este modo, es de total injusticia!
 
Y, sin embargo, ¿qué es lo que nos diferencia a ellos y a nosotros? No somos diferentes en nada. Ni ellos han hecho nada para merecer la situación en la que se encuentran, ni nosotros nos hemos merecido vivir como vivimos. La diferencia radical entre ellos y nosotros es que ellos han nacido allí y nosotros hemos nacido en un país diferente, en un lugar diferente, en una familia diferente.
 
Si yo hubiera nacido en Zhangpojiao (unos de los lugares en los que trabajamos) estaría también con la cara y la ropa sucia porque no tendría agua para lavarme, no sabría ni leer ni escribir porque no tendría oportunidad ni dinero para ir al colegio, comería exactamente la misma comida todos los días del año, etc., etc. Solo la fortuna nos diferencia y, en esto, ni nosotros somos merecedores de la nuestra, ni ellos son culpables de la suya. Dependemos de la cama en la que nacemos, y eso no lo hemos elegido nosotros.
 
Esto nos hace cristiana y humanamente responsables de hacer algo por ellos, no por el hecho de hacer caridad, en el sentido de darles una dádiva, sino por puro sentido de justicia que nos obliga a compartir lo que tenemos con los que no lo tienen, a redistribuir lo que Dios nos ha regalado con aquellos que, por desgracia, no tienen ni aquello que nosotros desecharíamos.
 
El proyecto social y educativo de SP Edify está, por tanto, basado en un profundo sentido de justicia y de generosidad y esto lo inculcamos a todos los profesores y estudiantes del Colegio San Pablo de Macau, quienes son los principales colaboradores del proyecto. Cada día se insiste más en que la solidaridad entre los seres humanos no es opcional, es obligatoria. Esto asocia la solidaridad con la justicia.
 
Aparte de esto, doy testimonio de que, en esta relación con los Miao, creo que hemos recibido mucho más de lo que hemos contribuido. Hemos recibido verdaderas lecciones de humanidad, de cómo una persona puede ser feliz en la pobreza, y también verdaderas lecciones de fortaleza de fe, de lo que realmente significa poner la vida en las manos de Dios.
 
Nuestra relación ha sido y es hoy día una relación en la que todos hemos salido ganando. Pero es mi opinión que nosotros hemos ganado aún más que ellos. ¿No es también injusto?
 
En posteriores entregas, iremos relatando todo lo referente a SP Edify, lo que hemos hecho, las dificultades que hemos encontrado, etc.

----------------

OBJETIVO AMANECER: ESCUELAS DE LA ESPERANZA
Pagar el salario de un profesor a lo largo de un año completo, es decir, esperamos llegar, con la ayuda de nuestros lectores, amigos y simpatizantes a reunir, antes del 31 diciembre de este año la cantidad de 2.124 euros.

Puedes colaborar con este proyecto enviando la cantidad que estimes oportuna -más abajo tienes el número de cuenta- a nuestra entidad bancaria, especificando en la transferencia “Escuela Daoming”.

También puedes donar en persona en cualquiera de nuestras casas, conventos, colegios o parroquias, señalando el mismo destino: “Escuela Daoming”.

AMANECER se encargará de hacer llegar los donativos al Colegio San Pablo de Macao.

SP Edify se financia EXCLUSIVAMENTE de donaciones recibidas y garantiza que el 100% de las cantidades donadas son usadas exclusivamente en el proyecto. Todos los gastos de administración corren a cargo del Colegio San Pablo.