Seguro que con la frase del título ya tengo a los
exégetas, moralistas, etc. en mi contra, pero, antes de juzgarme, permítanme
primero comenzar a relatar mi experiencia como administrador del proyecto
educacional y caritativo de SP Edify en la provincia de Yunnan (China),
mediante la construcción de escuelas y proyectos de desarrollo social.
La primera vez que fui allí fue en 2001. La zona es
preciosa desde el punto de vista turístico, pero durísima desde el punto de
vista humano. Está habitada por miembros de la minoría étnica Miao, también
conocidos como Hmong.
Una familia amiga china había oído hablar de la zona
y de lo difícil de la situación allí, así que me animaron a ir con ellos a
hacer una primera visita exploratoria. Pero nada de lo que me había dicho esta
familia me había preparado para recibir el primer impacto emocional cuando pude
ver la situación por mí mismo.
Es difícil imaginar que, ya en el siglo XXI, pueda
haber zonas sin agua, sin electricidad, sin carreteras, sin médicos y, por
supuesto, sin escuelas. Para empeorar las cosas, los Miao que residen allí son
ilegales (allí los llaman “gente negra, lugares negros”) simplemente por haber
emigrado a esta área sin el permiso de las autoridades, por lo que sufren una
gran discriminación no solo por parte del resto de minorías étnicas de la zona,
sino también por parte de las autoridades.
Solo como botón de muestra de la pobreza y situación
humana de los Miao allí, transmito el siguiente testimonio personal del P.
Lucio Gutiérrez, quien me acompañó en una ocasión, que “no había visto pobreza
igual en ningún lugar en toda la vida, y eso que había pasado más de 30 años en
Filipinas…”
Recuerdo perfectamente el interés con el que fuimos
visitando a las familias, viendo sus condiciones de vida, escuchando sus
relatos de enfermedades, maltrato y, en definitiva, de su impresionante
pobreza. Era fácil ver posibilidades para hacer algo por ellos, porque
cualquier cosa que se hiciera ya sería un gran servicio a aquella comunidad.
Hacer algo a partir de cero no es difícil. También era fácil ver cómo nos
miraban: primero con recelo porque no sabían la intención de nuestra visita,
pero después de saber que estábamos intentando ayudarles, su mirada y actitud
cambió y se podían palpar las expectativas que generaba nuestra visita. Nos
miraban casi como dioses dispuestos a hacer algún “milagro”, o como magos
dispuestos a sacar algo nuevo de la chistera.
Lo que no sabían ellos era lo que esta visita estaba
generando dentro de nosotros mismos, hecho que se puso de manifiesto claramente
en las casi 4 horas de coche el viaje de vuelta. Nos habían metido en crisis,
tanto a la familia china (cristianos nuevos), como a mí mismo. Pasamos muchos
kilómetros en completo silencio, solo roto por algún comentario aislado que no
era bienvenido por nadie, porque todos queríamos hablar de algo más profundo,
pero ninguno nos decidíamos a comenzar… hasta que comenzamos.
¡Qué fácil es sentirse importante cuando yo soy el
que da o puede dar y el otro es el que recibe!, ¡Qué gratificante es poder
decir “voy a hacer esto por ti, voy a darte esto”, cuando yo soy el que tiene
todo y la otra persona carece hasta de lo más imprescindible!, ¡qué fácil es
crear una situación de dependencia humana en un trato humano que, de este modo,
es de total injusticia!
Y, sin embargo, ¿qué es lo que nos diferencia a
ellos y a nosotros? No somos diferentes en nada. Ni ellos han hecho nada para
merecer la situación en la que se encuentran, ni nosotros nos hemos merecido
vivir como vivimos. La diferencia radical entre ellos y nosotros es que ellos
han nacido allí y nosotros hemos nacido en un país diferente, en un lugar
diferente, en una familia diferente.
Si yo hubiera nacido en Zhangpojiao (unos de los
lugares en los que trabajamos) estaría también con la cara y la ropa sucia
porque no tendría agua para lavarme, no sabría ni leer ni escribir porque no
tendría oportunidad ni dinero para ir al colegio, comería exactamente la misma
comida todos los días del año, etc., etc. Solo la fortuna nos diferencia y, en
esto, ni nosotros somos merecedores de la nuestra, ni ellos son culpables de la
suya. Dependemos de la cama en la que nacemos, y eso no lo hemos elegido
nosotros.
Esto nos hace cristiana y humanamente responsables
de hacer algo por ellos, no por el hecho de hacer caridad, en el sentido de
darles una dádiva, sino por puro sentido de justicia que nos obliga a compartir
lo que tenemos con los que no lo tienen, a redistribuir lo que Dios nos ha
regalado con aquellos que, por desgracia, no tienen ni aquello que nosotros
desecharíamos.
El proyecto social y educativo de SP Edify está, por
tanto, basado en un profundo sentido de justicia y de generosidad y esto lo
inculcamos a todos los profesores y estudiantes del Colegio San Pablo de Macau,
quienes son los principales colaboradores del proyecto. Cada día se insiste más
en que la solidaridad entre los seres humanos no es opcional, es obligatoria.
Esto asocia la solidaridad con la justicia.
Aparte de esto, doy testimonio de que, en esta
relación con los Miao, creo que hemos recibido mucho más de lo que hemos
contribuido. Hemos recibido verdaderas lecciones de humanidad, de cómo una
persona puede ser feliz en la pobreza, y también verdaderas lecciones de
fortaleza de fe, de lo que realmente significa poner la vida en las manos de
Dios.
Nuestra relación ha sido y es hoy día una relación
en la que todos hemos salido ganando. Pero es mi opinión que nosotros hemos
ganado aún más que ellos. ¿No es también injusto?
En posteriores entregas, iremos relatando todo lo
referente a SP Edify, lo que hemos hecho, las dificultades que hemos
encontrado, etc.
----------------
OBJETIVO AMANECER: ESCUELAS DE LA ESPERANZA
Pagar el salario de un profesor a lo largo de un año completo, es decir, esperamos llegar, con la ayuda de nuestros lectores, amigos y simpatizantes a reunir, antes del 31 diciembre de este año la cantidad de 2.124 euros.
Puedes colaborar con este proyecto enviando la cantidad que estimes oportuna -más abajo tienes el número de cuenta- a nuestra entidad bancaria, especificando en la transferencia “Escuela Daoming”.
También puedes donar en persona en cualquiera de nuestras casas, conventos, colegios o parroquias, señalando el mismo destino: “Escuela Daoming”.
AMANECER se encargará de hacer llegar los donativos al Colegio San Pablo de Macao.
SP Edify se financia EXCLUSIVAMENTE de donaciones recibidas y garantiza que el 100% de las cantidades donadas son usadas exclusivamente en el proyecto. Todos los gastos de administración corren a cargo del Colegio San Pablo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario