martes, 7 de febrero de 2023

Entrevista: Mons. Bernardito Auza, Nuncio Apostólico en España

Las órdenes religiosas, entre otras la de los dominicos, desempeñaron un papel esencial en la evangelización, aunque según las nuevas interpretaciones de la historia, fueron empleadas por los poderes de la época en políticas claramente colonialistas ¿debe explicarse la evangelización de la época como otra modalidad del colonialismo?

El envío de los misioneros y sobre todo los nombramientos de los obispos en el Nuevo Mundo fueron siempre concordados entre la Santa Sede y los Reyes de España. En este contexto de “política de Estado”, los misioneros fueron también parte de la colonización. Pero hay que subrayar que no obstante estos “lazos institucionales” de los misioneros con los poderes de la época, los misioneros fueron animados solo o fundamentalmente por su celo por el Evangelio. Los misioneros salieron de España, en la gran mayoría de casos sin volver jamás a la patria, no como colonizadores sino como portadores de la Buena Nueva.

Hay también una razón práctica por la que los misioneros, vistos sobre todo con criterios de nuestros días, son considerados hoy como “instrumentos del colonialismo”. Los misioneros españoles en Filipinas o en otras partes del Nuevo Mundo, casi todos religiosos, no eran solamente predicadores, sino también maestros y fundadores de colegios y universidades, alcaldes y jueces, constructores y hasta urbanistas; las religiosas fundaron monasterios, hospitales y colegios y cada clase de instituciones sociales.

¿Cuáles fueron los principales logros de ese camino paralelo de evangelización?

El establecimiento de colegios y universidades fue uno de los logros más destacados y aportaciones más positivas de las “eras de descubrimientos” y de la colonización, impulsado y fundado sobre todo por los misioneros. Una nueva civilización creada por el encuentro del Viejo y del Nuevo Mundo, sobre todo el hispano, permitió en poco tiempo la creación de universidades en el espacio hispánico lo mismo que en la Península. ¿Qué instrumento habría sido el mejor   para vehicular las enseñanzas de Francisco de Vitoria desde Salamanca a todo el mundo que el sistema universitario? En Filipinas, en el año 2021 hemos celebrado el V Centenario de la Evangelización, que, como se sabe bien, coincide con el V Centenario de la primera circunnavegación, proeza de Fernando de Magallanes y Sebastián Elcano. Creo que bien podríamos decir que la gesta de hace quinientos años abrió nuevos horizontes a la humanidad y, en particular, abrió nuevos y enormes horizontes para el conocimiento más universal y para la evangelización. Inmensas partes del mundo entre sí desconocidas, entraron en contacto, se pusieron en comunicación y se conocieron. El encuentro de mundos empezó a dar frutos. La globalización no es de hoy. Y, además y mucho antes de las “eras de descubrimientos” y de la colonización, la Iglesia católica ya había sido siempre globalizadora y globalizante. Porque por su naturaleza es universal y abraza todo.

Pese a las excelentes obras que usted menciona, el perfume del “colonialismo” parece complicado de desterrar

Ciertas acusaciones de que los misioneros fueron “instrumentos de poder”, deben ser contextualizadas en el sentido tan práctico de la vida y de la organización social y política de las comunidades (fundar colegios universidades, ser alcaldes y jueces, etc.), los misioneros podrían ser vistos como “instrumentos” de la Corona y de los colonialistas. En verdad, creo que en aquel tiempo no habría tenido otra manera ejercer con eficaz y con el gran sentido del humanismo cristiano la misión evangelizadora de la Iglesia. Esta realidad siempre se ha verificado en la historia de la misión y de las obras misioneras de la Iglesia hasta nuestros días. Basta considerar la prodigiosa misión evangelizadora en África en los últimos dos siglos, y en particular del tiempo presente. ¿Por qué? Porque así es la naturaleza del mandato que el Señor deja a su Iglesia para siempre y en cada época. La evangelización no predica solo la vida eterna, sino mira a realizar en su plenitud y en su integralidad la dignidad humana como imagen de Dios. La promoción integral del hombre es parte de la evangelización.

Pero, parece evidente que los religiosos no siempre estuvieron a la altura de las circunstancias.

No digo que todo fuera perfecto, porque hubo también errores y abusos, como en cada época. Pero eso no puede servir para negar o desconocer los logros de dichas épocas. España tiene que estar orgullosa de las proezas de la globalización de la era moderna y sus contribuciones a través de los siglos, a la formación histórica de la civilización que conocemos hoy en día. Sin ir más lejos, en España, las experiencias evangelizadoras de muchos misioneros que lucharon para defender los derechos humanos de los indígenas de seguro suscitaron la conciencia sobre los derechos humanos de los pueblos indígenas. Las Leyes de Indias es un monumento de los Reyes de España para tratar de otorgar derechos a los indígenas frente a algunos abusos que se estaban cometiendo.

Como filipino, ¿qué destacaría usted como aspecto más relevante de la presencia de los dominicos en su país a partir del siglo XVI?

Con toda certeza, el aspecto fundamental, el logro más grande, y el legado más precioso de la presencia de los dominicos en mi país es la fe, la fe que se enraizó profunda y difusamente en las islas. Se trata, por supuesto, de un legado común de todos los misioneros que han trabajado en las islas a través de los siglos. No obstante, hay que ponerlo por encima de todos los logros y legados, porque esta fue la razón de la presencia de los misioneros españoles en Filipinas a través de los siglos y hasta nuestros días, y no la colonización.

Luego, creo que hay dos campos en los cuales los dominicos fueron específicamente meritorios: el de la educación y la promoción y la defensa de los derechos humanos de los pueblos indígenas.

Cabe destacar las obras de misioneros que dejaron ejemplos singulares en la lucha por el respecto y la promoción de los derechos humanos de los pueblos indígenas en los territorios conquistados por España. No tengo ninguna duda que estos misioneros tienen que ser reconocidos, también en nuestros días, como grandes héroes de los derechos humanos de los pueblos indígenas, no obstante y, sobre todo, frente las batallas de la cultura de la cancelación, de la cultura woke, de las reinterpretaciones de la historia según las ideologías del momento, de la “colonización ideológica”, como el Papa Francisco lo afirmó en su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas el día 25 de septiembre de 2015. Como decía uno de mis profesores de Historia de la Iglesia, fr. Lucio Gutiérrez OP (DEP), natural de Caleruega como Santo Domingo de Guzmán, la conquista de Filipinas no fue primariamente por la espada del conquistador, sino de la cruz del misionero… fue el celo y la caridad de los misioneros que convirtieron a los filipinos

En una orden con una historia tan densa y gloriosa como la de los dominicos ¿Cuáles podrían ser las principales líneas de actuación para reinventarse y seguir siendo, pese a la falta de vocaciones y una media de edad muy alta en Europa, uno de los baluartes del catolicismo actual?

Creo que no hay que reinventarse. Creo que se tendría que reinventar solo si a través de los tiempos hubiera sido infiel a los principios fundamentales del mandato misionero y de los carismas específicos dominicanos. No hay que inventarse si uno ha sido siempre fiel, porque las otras cuestiones son secundarias y brotan naturalmente de la fidelidad al Evangelio y a los carismas, por ejemplo, las cuestiones de la inculturación -no es un concepto nuevo, porque la evangelización siempre ha sido inculturándose- del aggiornamento (en toda su historia la Iglesia se ha acompasado con los signos de los tiempos, a veces con retraso, dudas debilitantes y hasta intereses particulares, y a veces con acontecimientos históricos que han marcado un hito, come lo del Vaticano II, que nos dejó a nosotros, jóvenes de entonces, el concepto de signos de los tiempos).

En 2016, el Padre Provincial de la Provincia dominicana de San José, de la región este de los Estados Unidos de América, me invitó a presidir la eucaristía de la apertura del VIII Centenario de la fundación de la Orden de los Predicadores, en Columbus, Ohio (USA). Habiendo visto tan abundantes vocaciones que salen o que estudian en grandes y prestigiosas universidades, durante la cena ofrecida por el Gobernador del Estado de Ohio en el Capitolio, pregunté al Provincial cuales pudieran ser los “secretos” de la Provincia por tantas vocaciones, mientras la gran mayoría de las congregaciones religiosas sufren de una profunda crisis vocacional. El P. Kenneth Letoile, OP, me contestó muy brevemente: Tres cosas esenciales: fidelidad al Magisterio, vida comunitaria, y el uso del hábito. En efecto, se suele ver los frailes dominicos en habito dominicano en paseo por las calles de Manhattan. Y los veía muy frecuentemente, porque la parroquia de San Vicente Ferrer de los Padres dominicos en Manhattan, en la Avenida Lexington/Calle 65, es la parroquia territorial de la Misión de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, y también de la Misión de España, siendo nuestra vecina inmediatamente a lado en la Calle 72/Quinta Avenida. Como se ve, no hay nada de reinvención, tampoco de “secretos”; hay solo la fidelidad al mandato misionero y a los principios fundadores de la Orden.

Ante la falta de vocaciones, también entre los dominicos, en Europa, muchas órdenes religiosas y congregaciones sobreviven, en parte, gracias a las vocaciones de países que antes fueron tierra de misión, ¿es esta la solución definitiva a la falta de vocaciones o un mecanismo temporal para superar de manera puntual las actuales dificultades?

En el contexto de la universalidad de la Iglesia, los cambios de dones, incluso lo de las vocaciones sacerdotal y religiosa, tienen que ser considerados una cosa connatural a la Iglesia. Creo que perdemos un poquito esta perspectiva cuando hablamos, a veces con preocupación, de la presencia siempre más significativa de los extranjeros sacerdotes, religiosos y religiosas y seminaristas en la Iglesia en España. En España hay 22.993 parroquias para tan solo 16.960 sacerdotes. Es decir, 6.033 parroquias están huérfanas de sacerdotes, y cada día hay más. Hay también que pensar en la presencia todavía muy significativa de instituciones eclesiásticas que necesitan la presencia de sacerdotes, como los hospitales, los seminarios y las universidades.

Bien, un estudio de la Conferencia Episcopal Española publicado en el mes de junio pasado habla de la presencia di 1.500 sacerdotes extranjeros que trabajan en España. Y no hablamos de la presencia muy importante de religiosas extranjeras en los monasterios, muchas de mi isla (Bohol) en Filipinas…  La crisis vocacional, por supuesto, es una de las causas principales, pero también el factor positivo del crecimiento y la maduración de las Iglesias locales que hace poco eran tierras de misiones, donde miles y miles de españoles evangelizaban, y que ahora envían sacerdotes, religiosos y religiosas a España.

Es pues una solución ¿definitiva o puntual?

No es una solución ni temporal ni definitiva, porque tendría que considerarse como connatural con la Iglesia. También hay otros elementos a considerar, los cuales determinan cómo será el futuro. Un ejemplo muy concreto y actual en España es la cuestión demográfica: ¿cómo podríamos tener más vocaciones si ya hay muy pocos niños? Y ¿cómo podríamos esperar que los padres de un único hijo lo animen al sacerdocio? Por supuesto, no hay que minusvalorar las cuestiones de la rápida y profunda secularización, la falta de testimonio evangélico de parte de nosotros, etc.

También ha estado en la representación permanente de la Santa Sede ante la ONU, ¿en un mundo tan caótico y polarizado como el actual, constituyen las Naciones Unidas un rayo de esperanza para un mundo mejor o se trata solamente de un organismo que se mueve por la inercia sin capacidad de cambiar la situación mundial?

Mientras que la Santa Sede dio su apoyo a la fundación de las Naciones Unidas, expresaba también reservas sobre algunos elementos en la Carta Magna, por ejemplo, sobre el derecho de veto de los cinco Miembros permanentes del Consejo de Seguridad (USA, Rusia, China, Francia y Reino Unido). Esta reserva de la Santa Sede se revela cada vez más profética y actual.

¿Por qué, pues, está la Santa Sede en las Naciones Unidas?

La Santa Sede ha sido siempre convencida que la fundación de la Organización de las Naciones Unidas ha sido necesaria como un foro de todas las naciones, sobre todo como una “familia” - en la palabra de San Juan Pablo II - en la cual no solamente todos los miembros son iguales y tratados igualmente, sino también los miembros más débiles son tratados con mejor preferencia y solicitud, como en una familia con miembros que se aman de veras. Desafortunadamente, la ONU no se comporta siempre así.

La religiosidad popular que antaño fue parte importante en las prácticas eclesiales de muchos españoles, sobre todo en el medio rural, y que sigue estando muy viva en ciertos países, incluido Filipinas, ¿tiene alguna capacidad para reavivar la llama de la fe en medio de un mundo, al menos en España, completamente, desacralizado?

Con la debida formación teológica y litúrgica y la adhesión fiel y convencida al Magisterio, estoy convencido no solo de la hermosura y de la importancia de la religiosidad popular en manifestar nuestra fe, sino también, y cada vez más que jamás, de su importancia en la transmisión de la fe de generación en generación. En la piedad popular puede percibirse el modo en que la fe recibida, se encarnó en una cultura y se sigue transmitiendo a través de generaciones. La piedad popular, nos enseña el Papa Francisco, es “la manifestación de una vida teologal animada por la acción del Espíritu Santo que ha sido derramado en nuestros corazones” (cf. Rm 5,5; EV 125). “En la piedad popular, por ser fruto del Evangelio inculturado, subyace una fuerza activamente evangelizadora que no podemos menospreciar: sería desconocer la obra del Espíritu Santo. Más bien estamos llamados a alentarla y fortalecerla…” (EV 126).

Invito a todos los fieles no solamente a conservar un afecto y aprecio para la religiosidad popular, sino también a buscar la experiencia espiritual y pastoral en la vivencia de la piedad popular.

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Bernardito Cleopas Auza es el actual Nuncio Apostólico en España, desde el 1 de octubre de 2019. Anteriormente, fue Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas desde 2014 hasta 2019. Auza nació el 10 de junio de 1959, en Balintawak, Talibon, Bohol, Filipinas. Estudió en la Universidad de Santo Tomás, Manila, donde obtuvo la licenciatura en Filosofía en 1981, en Teología en 1986, y el Master en Educación también en 1986. En la Universidad Pontificia de Santo Tomás de Aquino (Angelicum) en Roma, obtuvo la licenciatura en Derecho Canónico en 1989 y el doctorado en Sagrada Teología en 1990.


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