Llevo 40 años en Taiwán y no sé qué decir. A los dos años de estar aquí, el P. Juan (francés) me invitó a un retiro que marcaría mi estancia en esa misión: él hablaría a los estudiantes en francés y yo en español. Este fue uno de primeros regalos que Dios me hizo apenas llegado a Taiwán. De mi grupo una chica, Esperanza de Jualien se hizo monja y otras dos Teresa de Tungkang e Isabel de Taipei, renunciaron al matrimonio y viven en la comunidad del P. Juan, ayudándole. No he perdido la esperanza de que Nuria llegue a creer y se bautice. De este regalo también es fruto Oscar de Taitong, que se bautizó y se casó, perdió los dos primeros hijos, pero Dios le volvió a dar otros dos, estando muy comprometido en la vida cristiana.
Mi primer trabajo en la isla fue de ayudante del párroco en Taiwu. Este trabajo demasiado estructurado y previsible, duró solo un año, pero con mi moto pude visitar a infinidad de parroquianos en los hospitales. El segundo destino fue de párroco en Lai, pero no llegó a un año el tiempo en ese ministerio. Yo seguía visitando enfermos en los hospitales y puedo contar historias milagrosas con nombres propios como resucitados. Donde más azotada estaba la vida, resulta que surgía otra vida más interesante.
He vivido en cuatro casas del vicariato de Taiwán: (Banking, Gotechu, Tainan y Pingtong). Recuerdo que nada más llegar a Tainan (1992) me invitaron a celebrar en el hospital una vez por semana y allí atendí a los enfermos un tiempo largo.
Fue allí en Tainan donde, poco después (1996) empecé a salir por las calles, con mi hábito dos horas de ida y otras dos de vuelta. Iba andando solo, sin nada. En este camino me encontré con hombres y mujeres de todo tipo. Estaban los que me miraban extrañados y los que me miraban admirados, pero en el fondo yo sentía un gran respeto hacia mí. Un día uno me paró y me dijo: Padre, me he bautizado y ¿ahora qué? Le respondí que estuviera atento, porque Dios habla de muchas formas y maneras.
Después en Navidad, vestido de Santa Claus recorría la ciudad en bici, moto o en coche; en cuaresma cargo una cruz o la llevo con un paño blanco donde está escrito: Jesús ha resucitado, en Pascua. Hace poco ví a dos chicos que me dijeron: yo soy católico porque ve ví a Vd. cargado con la cruz por la calle. Hoy mismo (29.3.2022 4pm.) un extranjero me vio cargado con la cruz y cruzó la calle desde el otro lado y me besó la mano y me dijo: Padre, yo soy ortodoxo y le conozco desde hace muchos años.
También me he paseado con un cartel con imagen, letra y música, donde voy llevando mensajes según el tiempo y las circunstancias. Dar la vuelta a la isla me lleva dos semanas. Duermo dos noches en el coche a la tercera vuelvo a casa hasta completar el recorrido. Cuando llevo mi actividad de predicación testimonial cerca voy y vengo en el día. Algunos hermanos ya fallecidos (PP. Marcelino y Sanromán) en el principio se implicaban en mi actividad. Ahora me ayudan desde el cielo.
Hay muchas maneras nuevas de predicar, no sabemos cómo podemos llagar a los corazones de hombres y mujeres sedientos de palabras, pero también de gestos, “vasos de agua”, como dice el evangelio, que no quedarán sin recompensa. Este puede ser uno de ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario