Madre con bebé, maquillados según la tradición local |
El verano es muy caluroso aquí en Loikaw, la
recóndita capital del Estado Kaya, en Myanmar. En todas partes la gente
normalmente huye del calor en verano y se toma unas vacaciones fuera, dejando
sus ciudades para los fantasmas. No así en Loikaw; aquí, y en concreto en la parroquia
que llevamos los Dominicos, no hay lugar para fantasmas. Los feligreses no
tienen más opción que quedarse y familiarizarse con este calor infernal. Las
mejores vacaciones que pueden permitirse el lujo de pagar son las de quedarse
en casa con sus familiares charlando, charlando y charlando… No es un hablar
inútil. Las familias tienen sus propias reuniones para planificar el próximo
cultivo, la escolarización de sus hijos, la elección de los jefes locales, etc.
Se sienten muy cómodos, felices y tranquilos en sus casitas que parecen más
bien tiendas.
El único y más inquietante fantasma en la parroquia
es el párroco mismo, quien no parece ver con buenos ojos que sus feligreses
disfruten de esa clase de vacaciones. Tan pronto como el verano despunta, él
comienza a organizar ejercicios espirituales y campamentos para los feligreses
a los que todos tienen el deber de asistir. Esto naturalmente no es del agrado
de muchos y por eso le consideran un “aguafiestas”.
Tenemos en la parroquia varios grupos muy activos.
El primero, la Asociación de madres de familia, que se llama “Asociación de
Santa Ana”. Es el grupo parroquial más numeroso y también el más piadoso.
Encuentran su felicidad en ir a la iglesia y parecen como poseídas por el
espíritu de Santa Mónica. Son buenas madres, buenas maestras y buenas
católicas, que se ganan a pulso un buen puesto en el cielo. Los días 15 y 16 de
marzo de este año 2017 organizamos unos ejercicios espirituales para ellas
mismas dirigidos por los Dominicos y acudieron 230 (de las 250 que son). Las
largas filas para confesarse nos dieron algunos quebraderos de cabeza a los
sacerdotes. Pero, una vez terminadas, nos agasajaron con manjares y vino
casero.
Por su parte, los padres de familia también tienen
su “Asociación de Acción Católica”. Sus miembros tienen la buena fama de estar
siempre dispuestos a ayudar a los sacerdotes en el campo y en la construcción.
Sin embargo, es un tabú hablar con ellos acerca de ir a la iglesia. Algunos de
ellos son alérgicos, no a Dios sino a las iglesias y a los curas. Lo suyo es
beber. Los pequeños bares son sus sinagogas donde disfrutan de lo lindo dándole
al licor. Por supuesto, hay algunos miembros de esta Asociación muy buenos, que
podrían ser equiparados muy bien con San José. Son buenos padres de familia,
buenos trabajadores, y buenos católicos, ante quienes el párroco tendría que
inclinarse y encomendarse a su oración.
El 25 y 26 de marzo de 2017, los miembros de esta
Asociación tuvieron también sus ejercicios espirituales anuales a los que asistieron
160 (de los 230 miembros que son). Allí se juntaron los asiduos tanto de
iglesia como de “sinagoga” a escuchar al párroco, que les había amenazado con
pena de muerte si no asistían. El primer día fueron forzados a ponerse en fila
para la confesión. El párroco casi se desmayó al oír algunas confesiones, no
por su contenido que era sincero, sino porque estaban tan cargados de vino de
arroz que el olor les ahorraba tener que confesar su debilidad.
Otro grupo que existe en la parroquia existe es llamado
“Asociación Apostólica Juvenil”. Está compuesta por chicos y chicas de entre 16
y 30 años de edad. En la actualidad (2017) son 229 miembros. Los jóvenes son la
gente más activa a la hora de ayudar al párroco en su trabajo pastoral y social
en la parroquia. Esta Asociación organiza regularmente cada dos meses
encuentros de oración. Los frailes organizamos juegos para estos jóvenes como
una forma de atraerles durante la Navidad y la Pascua. Y en verano, cuando la
mayoría de los jóvenes está un poco más libre, los Dominicos organizamos
seminarios para ellos con el fin de enriquecer sus conocimientos con la
doctrina social de la Iglesia, sacramentos, el cuidado del medio ambiente,
autogestión y política.
También los niños por debajo de los 14 años forman
un grupo llamado algo así como “Asociación Misionera Infantil”. Su vitalidad es
indescriptible. Pululan en todas las aldeas. Es normal oírlos jugando y
gritando a la puesta del sol. Son de hecho "el patrimonio y una recompensa
por parte del Señor" como dice el salmista. La Navidad pasada, los
Dominicos planeamos darles regalos a todos los niños de la parroquia menores de
14 años; calculábamos unos 300. Pero al final aparecieron 700, que hacen un
tercio de la población de la parroquia.
Feligreses delante del edificio parroquial |
No en vano la palabra "MYAN-MAR" significa
"rápido y fuerte", rápido en el crecimiento de población y fuerte en
sobrellevar los sufrimientos. Tener 5 hijos en la familia es un promedio
normal, y tener de 8 a 10 no es en absoluto una sorpresa. Una habitación de
tres metros cuadrados alberga a una familia de 8. Camas y armarios no son
necesarios para sobrevivir. A veces, un saco de arroz medio vacío es todo lo
que se encuentra en la casa y, sin embargo, sobreviven y, es más, ¡hay alegría!
Aparte de servir las necesidades de la gente, los
Dominicos en esta parroquia estamos construyendo iglesias. “¿Por qué construir
iglesias?”, alguien podría preguntar. Los cristianos locales responderían que
entre otras cosas para competir un poco con los budistas que tienen sus pagodas
en cada esquina de la calle y en la cima de cada montículo. En los pueblos
cristianos, las iglesias son los únicos edificios grandes que tienen y les dan
múltiples usos.
Desde hace tres años los Dominicos estamos al cargo
de esta parroquia. Una nueva iglesia está terminada y lista para su
inauguración el 23 de abril de 2017. Otra iglesia está en construcción al lado
de nuestra casa y ésta será un pequeño bastión de la Orden de Predicadores en
Myanmar ya que será la primera iglesia propiamente dominicana construida en
este país.
Otra cosa: El Dominico se supone que es un
predicador itinerante. ¿Por qué un párroco? Bueno, es una nueva misión en un
nuevo mundo para nosotros los Dominicos birmanos. Nuestra misión aquí es
incipiente. Somos como mariposas en estado aún de larva, a punto de despegar
nuestras alas. Confío en que nuestro esfuerzo actual no sea en vano; que nos
sirva para fortalecer nuestras alas misioneras y nos permita un día volar como
Predicadores itinerantes llevando por doquier el anuncio evangélico.
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