jueves, 16 de junio de 2022

LA EXPERIENCIA DE LA PREDICACIÓN, Fr. José Ignacio Moronta OP, Taiwán

Llevo unos días pensando en cómo empezar este pequeño artículo sobre mi experiencia de la predicación. Quisiera hablar no solo de la predicación en sí, algo muy dominicano, sino también la predicación como fruto de lo que yo vivo, siento, comparto y a veces sufro. Uno no es predicador porque tenga muchos estudios, o muchos títulos, o porque se le dé bien hablar.

Si fuera así tendríamos probablemente millones de buenos predicadores. La predicación es un don, una gracia, algo que se aprende ante el Señor, algo que se cultiva en la oración y que con corazón humilde se da a los demás, porque el Señor me pide, San Pablo decía lo de “a tiempo y a destiempo”, y por otra parte es algo que brota de ese corazón humano nuestro, algo que debe darse con el corazón para llegar al corazón de esos-as que te escuchan.

¿Difícil? Prueba a hacerlo en chino, como hacemos aquí en la Misión de Taiwán. Aunque el idioma no es lo más difícil, lo más increíble desde el punto de vista del mundo en que vivimos es ser fiel a tu vocación, a tu vida, que a pesar de lo que sea, los muchos problemas que encontramos, que constatamos, que son reales y los tenemos enfrente de nuestros ojos, nuestra vida PREDICA, digamos que lo que dicen nuestros labios es lo que refleja nuestro corazón, no es que prediquemos a los demás o les digamos a los demás cómo y qué es lo que tienen que creer y hacer, sino que a través de las palabras que decimos estamos compartiendo lo que hemos vivido con el Señor, que es por medio de su Espíritu por el que nosotros compartimos nuestra fe. Nuestra comunidad PREDICA, La vida compartida nos da de todo: experiencia, nos ayuda a comprender al otro, a reconocer que no es ni mejor ni peor que yo, simplemente es él, y debo amarle como me amo a mí mismo.

Nuestro ser dominico PREDICA, no por gusto ni por deporte, sino porque es nuestra forma de llevar la buena nueva a todo aquel que se cruza en nuestro camino, da igual que uno sea párroco, como yo, o tenga otro cargo o no tenga ninguno. El Señor nos ha regalado el pertenecer a la Orden de Predicadores, esta forma de vida, y compartiendo nuestra vida estamos predicando, apoyando y perdonando al otro estamos predicando, ofreciendo nuestro sufrimiento al Señor estamos predicando, a veces estando callado también estamos predicando.

Vida, la buena, la que el Señor nos da, eso es predicación, eso es lo que siempre debemos buscar, ante todo, las oportunidades para ponerlo en palabras, para compartir, para echar un buen sermón, que también los hay, vendrán solas, ya que, en la vida diaria, eso tan importante y a lo que muchas veces concedemos tan poca importancia, es precisamente el medio que tenemos para crecer en la fe: compartir eso y la predicación se hace experiencia.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario