Celebración litúrgica en Birmania (Imagen del autor) |
El futuro de las comunidades religiosas es hoy
un tema de reflexión, tanto en el ámbito religioso como en el laico. Fr.
Timothy Radcliffe, antiguo Maestro de la Orden de Predicadores, dedica hoy su
vida de conferenciante a este tema, como uno de sus objetivos esenciales. Reyes
Mate en una entrevista publicada en el último número de esta misma revista
expone, de manera brillante, cuál es su idea de la vida religiosa hoy.
En consecuencia, mi reflexión consistirá en
exponer de forma muy personal, cómo veo yo hoy la vida religiosa, y cuál puede
ser su futuro.
Fui religioso, y aunque vivo ya fuera de una
comunidad, tengo contacto frecuente con diversos conventos de la Provincia. La
acogida es siempre magnífica, con un calor humano digno de admiración.
A pesar de todo, me gustaría ver un mayor
compromiso en la forma de vivir en común. Hay frailes viven en un
individualismo exagerado, sin apenas comunicación con los demás hermanos. No
solo es necesario compartir el Pan y la Palabra, que todas las Comunidades hacen
como primer acto del día. Hay que compartir mucho más, sentimientos, emociones,
opiniones, creaciones. La vida en comunidad es algo esencial, nadie tiene nada,
todo es de todos. ¿Son hoy las comunidades una familia? ¿Me hago una comunidad
a mi imagen y semejanza? Vivir en común no solo con la mente, también con el
corazón, emocionalmente.
Considero que la vida religiosa en sí misma es
algo atractivo hoy para cualquier persona deseosa de hacer el bien y
comprometida con el otro. Pero los valores religiosos hoy, y subrayo
religiosos, de los adultos, son completamente diferentes de los de los jóvenes.
Y quienes dirigen hoy la vida de las comunidades religiosas son adultos, con
valores que no atraen a la gente. Echo en falta “sentir” la emoción de estar
viviendo algo extraordinario. Y no solo vivirlo, también comunicarlo.
La percepción que el mundo tiene de la vida
religiosa es diferente a cómo se ven los religiosos a sí mismos. Y la razón
está en que no hay una comunicación con el mundo que llegue al corazón de los
hombres. Tengo la impresión de que en la formación se han dejado de lado los
aspectos esenciales de la persona. Fui religioso, pero si echo la vista atrás
me doy cuenta de que no existía sintonía entre los formadores y nosotros. Nos
movíamos en mundos muy diferentes. Me temo que hoy sigue sucediendo lo mismo.
Mi experiencia viajera me ha llevado a vivir
la diversidad religiosa en diferentes culturas. Me ha llamado poderosamente la
atención la religiosidad oriental. Curioso: las grandes religiones han surgido
en el mundo oriental.
Tuve la suerte de vivir durante tres días en una comunidad religiosa de dominicos en Myanmar-Birmania. La comunidad de creyentes forma parte de la comunidad religiosa. Es verdaderamente una familia. El domingo a las 9 de la mañana comienzan a llegar los cristianos al recinto de la Iglesia. La misa comienza a las 10, pero no se sabe cuándo acaba. Nadie tiene prisa por irse. Disfrutar de la familia es sentirse feliz. Nada tiene que ver ese mundo religioso con el nuestro. Las vocaciones religiosas en este contexto surgen de manera natural.
Tuve la suerte de vivir durante tres días en una comunidad religiosa de dominicos en Myanmar-Birmania. La comunidad de creyentes forma parte de la comunidad religiosa. Es verdaderamente una familia. El domingo a las 9 de la mañana comienzan a llegar los cristianos al recinto de la Iglesia. La misa comienza a las 10, pero no se sabe cuándo acaba. Nadie tiene prisa por irse. Disfrutar de la familia es sentirse feliz. Nada tiene que ver ese mundo religioso con el nuestro. Las vocaciones religiosas en este contexto surgen de manera natural.
En la India, me he encontrado con infinidad de
jóvenes y no tan jóvenes, que se sienten atraídos por ese aparente sentido
espiritual del budismo, llegan en busca de sí mismos, con ganas de hacer algo
por los demás. Es claro que muchos jóvenes descubren la necesidad de hacer algo
para cambiar los valores materialistas del mundo en el que viven. Y curioso,
casi nadie se fija en las comunidades religiosas católicas, en los conventos de
los religiosos de España. Buscan en ONGs., en el budismo, en otras múltiples
manifestaciones que nada tienen que ver con la iglesia católica.
Cuando un joven entra en un monasterio budista
siente paz, espiritualidad, solidaridad, sentido transcendente de la vida. Y eso,
por desgracia, no se siente hoy en un monasterio católico, al menos en la
mayoría. Nunca he visto en ningún monasterio budista a un monje vestido de
manera informal. Nunca. En el mundo actual las formas son muy importantes. Y en
la vida religiosa de hoy parece que las formas no lo son.
Buscan fuera lo que fácilmente podrían
encontrar aquí, si realmente los conventos fueran focos de ilusión, de
esperanza, de fe viva en un Dios que perdona. Se trata de vivir la vida con
emoción, fuente de toda energía.
El futuro de la vida religiosa es creer que es
pasión, libertad, humanidad, emoción, búsqueda de un Dios que se hizo hombre
para hacernos hijos suyos. Si no hay pasión y emoción en nuestra vida,
difícilmente lograremos que los jóvenes se sientan atraídos por este modo
diferente de vivir.
El convento debe ser un hogar donde uno se siente que vive en familia,
que está rodeado de amor, de paz, de alegría, en una palabra, el lugar donde
uno finalmente se siente feliz. Y eso solo se consigue si ponemos pasión en lo
que hacemos.
Si no hay un cambio en el modo de vivir el
carisma de la vocación, no va a ser atractiva para nadie. Tienen que animarse a
empatizar con el resto de las personas. A sentirse buscadores de felicidad al
lado del resto de los hombres. El pastor debe ser también oveja, como dice el
Papa Francisco.
Pasión por la verdad.
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