lunes, 18 de julio de 2022

Desde el “progreso del papel” al “progreso de los pueblos”, Fr. Reynaldo Chang Casanova OP, Macao

 

No es fácil escribir sobre la desigualdad en la distribución de recursos y la diferencia abismal entre ricos y pobres. Por el contrario, es un gran reto, pues ¿cómo hacerlo sin culpar a los gobiernos?  ¿Cómo hacerlo sin criticar a los empresarios defendiendo lo que llamamos explotación de la clase trabajadora?  Padre nuestro que estás en el cielo, no me dejes caer en la tentación de preguntarme ¿por qué en el momento de la creación Dios puso la mayor reserva de petróleo del mundo en Venezuela y no les dio siquiera un pequeño pozo a los haitianos?

Creo fervientemente que la creación es perfecta y que los políticos y empresarios son una minoría, importante, pero minoría. El problema no es Dios ni estas gentes; el problema somos nosotros y nuestro método para ‘someter’ la tierra (Gen 1:28); quiero decir, para administrar los recursos que Dios sabiamente ha distribuido a lo largo y ancho del universo. No, no digo del planeta porque ¿cómo haremos para distribuir a cada ser humano los recursos/ganancias que se puedan hallar/producir en Marte o más allá de la Vía Láctea?

Escribir este artículo me lleva a mi clase de Historia de la Iglesia en los siglos XIX y XX. Recuerdo haberle dicho al profesor el primer día de clases, “no me hagáis perder el tiempo memorizando fechas, enséñeme algo que me sea útil después de la universidad y que lo pueda recordar para predicar 20 años más tarde”.

No he terminado mi Teología ni mi clase de Historia, y no han pasado 20 años: el profesor me asignó leer dos documentos muy importantes: Rerum Novarum y Populorum Progressio. He aquí la inspiración para mí artículo, algo que recordaré por siempre. Ya sabía algo sobre ‘PAPELorum Progressio’ porque un maestro me dijo que muchas cosas importantes se quedan en el papel y no se aplican en la gente. Perdón por el chiste. Mi maestro tenía un sentido del humor bastante particular y esta frase, Papelorum Progressio, debía ser inmortalizada de alguna forma.

No debemos perder de vista que la Iglesia ha estudiado este fenómeno desde sus inicios. Jesús no criticaba a los ricos y ‘poderosos’. Jesús llamaba la atención de aquellos que teniendo la posibilidad se negaban, directa o indirectamente, a ayudar a aquellos que no gozaban de las mismas oportunidades económicas y sociales. El joven rico de los Evangelios sinópticos, por ejemplo, no era empresario o político, él era uno más entre nosotros buscando mejores condiciones de vida.

En 1891 el Papa León XIII observaba con preocupación “la acumulación de las riquezas en manos de unos pocos y la pobreza de la inmensa mayoría […] juntamente con la relajación de la moral.” (RN, 1). Ante esta situación el Papa llamaba con urgencia a “proveer de la manera oportuna al bien de las gentes de condición humilde, pues es mayoría la que se debate indecorosamente en una situación miserable y calamitosa.” (RN, 1). Nos queda preguntarnos ¿Cuánto ha cambiado el panorama 131 años después?

Rerum Novarum enfatiza la desigual relación entre patronos y obreros sabiendo que el obrero presta sus servicios pues la necesidad llama a su puerta. El obrero necesita un salario que le permita comer, vestirse, tener vivienda y hasta un poco de esparcimiento. 131 años después las necesidades del obrero son las mismas. Una vez más, no es cosa de los recursos sino de cómo los distribuimos. 

El Papa Pablo VI, de santa memoria, en su carta Populorum Progressio (1967) retoma las ideas del Papa León y añade “Los pueblos hambrientos interpelan hoy, con acento dramático, a los pueblos opulentos.” (PP, 3). Para San Pablo VI las necesidades del hombre en general son “verse libres de la miseria, hallar con más seguridad la propia subsistencia, la salud, una ocupación estable; participar todavía más en las responsabilidades, fuera de toda opresión y al abrigo de situaciones que ofenden su dignidad de hombres; ser más instruidos; en una palabra, hacer, conocer y tener más para ser más.” (PP, 6). Insisto, los recursos para satisfacer estas necesidades están a disposición en nuestro planeta.

La realidad nos muestra que “la economía moderna conduce el mundo hacia una agravación y no a una atenuación, en la disparidad de los niveles de vida: los pueblos ricos gozan de un rápido crecimiento, mientras que los pobres se desarrollan lentamente.” (PP, 8).

Teniendo como fondo el Evangelio y estos dos documentos nos queda asegurar que el desequilibrio no se encuentra en la distribución geográfica de los recursos sino en cómo estamos usando estos recursos, en beneficio de pocos y en detrimento de muchos. La falla está en habernos quedado criticando a los acaudalados y no haber ayudado, desde nuestras posibilidades, a los poco afortunados.

Finalmente, el desequilibrio lleva a la confrontación de ideas, ideologías, tecnologías desde el papel hasta el campo de batalla. Los recursos deberían ayudarnos a mejorar nuestra calidad de vida, sin embargo, millones son destinados a las armas y a la opresión de los pueblos.

La guerra en Ucrania, sostenida por políticos y grandes empresarios, nos está dando la oportunidad de repensar cómo distribuir los recursos, cómo ayudar a quien lo necesita con nuestros medios, cómo entender que el ser más rico y poderoso del universo, Dios, asumió la frágil condición humana para enseñarnos y salvarnos. Solo queda preguntarnos ¿es posible progresar desde el papel hasta los pueblos?

10. Un fraile birmano en Roma, Fr. Philip Soh Re OP, Roma

Recientemente, desde mi habitación en Roma, hice una videollamada a mi madre, que ha huido para refugiarse en las montañas cuando la devastadora guerra se acercaba a mi pueblo en Myanmar. En una tarde fría y brumosa, ella se sentó junto a una chimenea con mi sobrino de cinco meses, ambos vestidos con ropa andrajosa, con sus rostros apenas brillando a la luz del fuego.

Desde el nacimiento de mi sobrino, mi familia ha estado vagando para salvar sus vidas, moviéndose de un lugar a otro a medida que los soldados deambulan para masacrar cruelmente a cualquiera que pudiera caer en sus manos. La escena me rompió el corazón. Esa será siempre la imagen inolvidable de mi madre y mi sobrino en mi vida.

Al igual que mi familia, hay miles de personas pobres y sencillas que han huido de sus hogares para esconderse en las selvas profundas con vivienda insuficiente, poca comida y sin agua potable. De hecho, sus necesidades básicas no están satisfechas. Nadie está a salvo en ningún lugar, y ningún lugar es seguro para nadie.

En la actual situación del país, no está permitido a la gente vivir sus vidas; todos están obligados a deambular todos los días para salvar sus vidas. Se han eliminado muchas vidas; miles de personas se han quedado sin hogar al incendiarse sus casas y aldeas; miles de personas han quedado sumidas en una pobreza desesperante.

Mirando la situación de mi país, me siento culpable viviendo en Roma, en esta ciudad eterna, en una vivienda segura, calentándome con el calentador de mi habitación, comiendo comida deliciosa y rezando en una iglesia magnífica. En la videollamada, abriendo mucho sus ojos llorosos para verme en la pantalla del celular, mi madre me susurró suavemente: “Hijo mío, cuida tu salud y no te preocupes por nosotros”.

Obviamente, la escena de mi madre y mi sobrino tiene que decirme mucho. Plantea muchas preguntas sobre nuestra humanidad, justicia, solidaridad, etc... Desde que nací, mi madre, como ser humano, me ha criado para convertirme en otro ser humano. Creo que la 'humanidad' que tiene mi madre es exactamente la misma que la del resto de los seres humanos. Pero ella no es tratada ni respetada como un ser humano.

Actualmente, su derecho a la vida está en peligro; se le niegan sus derechos básicos a la alimentación, la vivienda y la ropa; Sus propiedades han sido violadas y no tiene donde dormir. No puede permitirse el lujo de cuidar su salud, y no tiene tiempo para preocuparse por sí misma sino por sus hijos y nietos.

¡Bien! volviendo a mi situación viviendo en mi habitación en Roma como un fraile religioso que dice vivir en la pobreza, una vez más me siento culpable, y peor aún, me da tanta vergüenza tener que obligarme a hablar de la pobreza. Mi madre no tiene tiempo para hablar de pobreza, sino para vivirla en el día a día. ¿Quién es realmente pobre? ¿Mi madre o yo?

Auto justificándome como religioso, podría estar tentado a decir que mi voto de pobreza tiene que ver con el ideal evangélico de la “pobreza de espíritu”. Esta farisaica justificación nunca hará justicia al voto de pobreza que se supone que debo vivir. No sólo eso, sería un doloroso insulto a la pobreza de mi madre, que, creo, es mucho más noble que mi pobreza farisaica.

Cuando era niño, mi madre solía enseñarme cómo compartir la comida y juguetes con los demás. “Los actos de generosidad nunca serán un desperdicio”: este es un lema que mi religiosa madre me repetía a menudo para reprobarme la avaricia y el egoísmo. Ahora, en mi habitación, tengo que golpearme el pecho y decir: “mea culpa, mea culpa”, porque he crecido siendo más egoísta y codicioso, lo cual va totalmente en contra de las enseñanzas de mi madre y, por supuesto, en contra de mi voto de pobreza.

De hecho, la esencia de la pobreza evangélica es el compartir, práctica que es un deber para nosotros los religiosos. Y el mundo tiene razón al hablar de la obligación de distribuir la riqueza y los recursos. Lo que no está bien es que no hayamos hecho lo suficiente para compartir y distribuir la riqueza. Por eso todavía hay millones de empobrecidos como mi madre que no tienen comida, ropa ni techo.

El domingo, a menudo tengo la tentación de sentir envidia de esas damas italianas elegantemente vestidas, que tienen la misma edad que mi madre, que vienen a nuestra magnífica iglesia para misa con su mejor traje y sus bolsos delicados de marca mundial. En cambio, en la videollamada, mi madre me dijo: “Nos escapamos a toda prisa; no pudimos llevarnos nada excepto una ración de arroz para tres días y algo de ropa”. Han pasado más o menos cinco meses desde que se fue de casa, pero milagrosamente sobrevive. ¡Gracias a Dios!

Mi país, Myanmar, es uno de los países más ricos en recursos naturales del sudeste asiático. Si el país tuviera un buen sistema de gobierno y los recursos se compartieran equitativamente, habría superado a Singapur o Hong Kong en desarrollo. Desafortunadamente, hay un grupo de tiranos codiciosos y egoístas que han estado amasando riquezas para sí mismos y empobreciendo miserablemente a la gente. La devastadora y trágica situación actual tras el golpe de estado militar (el 1 de febrero de 2021) demuestra dramáticamente una de las formas más graves de inhumanidad e injusticia cometidas en este siglo.

 

El voto de pobreza en un fraile, Fr. Ángel Villasmil OP, Venezuela

Los frailes de la Orden de Predicadores tenemos el permanente reto de buscar, vivir y predicar la verdad.  En nosotros el engaño –y las sutiles formas de autoengaño- no deberían ser una posibilidad.  Al momento de considerar el voto de pobreza y las nuevas formas de vivirlo, quizá deberíamos partir de dos hechos evidentes: el primero, la pobreza es el producto de la mala distribución de las riquezas.  El segundo, vivimos en un mundo marcado por el consumismo y la permanente aspiración de bienestar.  Ninguna forma de bienestar es mala, en principio.  El problema viene cuando bienestar el sinónimo de confort y de desprecio a la austeridad.

Sobre el voto de pobreza se ha escrito una ingente cantidad de páginas. Pero quizá sea cosa de situarse en dos textos de la Biblia, que pueden fundamentar la opción hecha en el voto de pobreza.  Cristo, siendo rico, se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza (2 Co 8, 9).  El contexto es la organización de una colecta en favor de los pobres.  ... su pobreza extrema se ha desbordado en tesoros de generosidad.  (2 Co 8, 2).

Y es aquí donde encontramos dos claves esenciales: el fundamento cristológico de una opción de pobreza y el carácter funcional del voto de pobreza.  Dicho de otro modo, no profesamos la pobreza para ser pobres.  Profesamos la pobreza para adquirir la capacidad de compartir con otros –primero con los de la propia comunidad- los bienes que obtengamos por nosotros mismos o por nuestro trabajo.  La acumulación de bienes siempre es una tentación.  La exigencia de aquello que quizá no necesitamos, también.

El segundo texto también es de Pablo: A mí, el más insignificante de los santos, se me ha dado la gracia de anunciar a los gentiles la riqueza insondable que es Cristo. (Ef 3, 8).  El voto de pobreza está íntimamente relacionado con la predicación.  Si anunciamos a un Cristo que se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza, ¿cómo lo anunciaremos desde el confort?  Si anunciamos a Cristo, que en sí mismo es una riqueza, ¿cómo lo anunciamos desde una actitud consumista que no transige con la austeridad? 

Por algo Santo Domingo tuvo la valentía de decir a los legados pontificios que no era desde el boato y el esplendor como debían predicar a los herejes.  Por algo Santo Domingo asumió la mendicidad como una de las primeras formas de vida de la Orden.

Pero y con todo, debemos seguir afirmando el carácter funcional de la pobreza.  En este sentido, uno de los beneficios de la profesión de pobreza es la austeridad. En una entrevista que hizo Ángel Garijo al P. Congar, dijo que una vida de estudio implica cierto lote de austeridad y de pobreza.  Es bueno recordar que el éxito académico de los primeros frailes en la Universidad de París, obedecía a la pobreza que no vivían los maestros seculares.  Es cosa cierta que cuando un fraile no anda muy pendiente del “cuidado” de sí mismo y de “sus bienes”, encuentra mayor libertad para vivir la vida fraterna en comunidad, para orar, para estudiar y para predicar.

Ahora bien, no podemos ser ingenuos y pensar que la “fuerza” del voto es suficiente para ser pobres.  Los frailes sólo podemos ser coherentes con nuestro voto de pobreza en la medida en que tengamos una experiencia de Dios.  Cuando un hombre de fe ha experimentado en su vida la riqueza insondable que es Cristo, siente que necesita de muy poco para vivir.  Tengo muchos recuerdos en este sentido. 

El primero es el de Fray Florentino Bravo, un fraile que era de la Provincia Bética.  En su habitación no había más que una cama, una mesa y un escaparate un poco vacío.  ¡Y fue uno de los prohombres de la Provincia Bética en Venezuela!  De igual manera recuerdo a nuestro querido Fray Pablo Granados.  En su habitación del Convento de Santo Domingo, en San Cristóbal, había una cama, un escritorio, un escaparate medio vacío, una Biblia y un Breviario.

Y ahora, cuando escribo esto, los más de cien libros que hay en “mi biblioteca”.  Quizá esté sonando la hora de despedirme de ellos, para que reposen en mejores manos o en mejores estancias.

Human distribution of natural resources, Fr. Joseph Pakhu OP, Myanmar

Pope Francis states, in Laudato Si that “the world is a gift which we have freely received and must share with others. Since the world has been given to us, we can no longer view reality in a purely utilitarian way, in which efficiency and productivity are entirely geared to our individual benefit.” In fact some people are privileged to enjoy world natural resources whereas others have no access to it. Are world natural resources truly shared? This short article portrays roughly how natural resources are shared in Myanmar.

Myanmar is a country endowed with rich natural resources. The forest is one of the rich natural resources. Myanmar is also known to be homeland to the best quality of teak, which is one of the most valued tropical timbers in the world. Companies that owned by military generals take control of exporting precious teak and timbers. It is illegal for civilians to cut these precious woods. The profit gained from this kind of natural resource goes to the military pocket and be used to strengthen the military power.  

There are several mining areas in Myanmar. Precious gemstone-jade, ruby and many other- are known to come from the country. Most mining are located in northern part of the country. Once again, the military government take full control of these mining, they run these mining business and also grant concession to some companies from China. Mining operation benefits military government solely while its civilian does not have a share in it at all.

Myanmar also has natural resources such as gas and oil. The military government also takes control of these operations. It exports oil and gas to China and Thailand. Most of the natural resources mentioned above profit mainly the military while civilians have no share in these natural resources.

Myanmar is an agricultural country. The country has three principal agroecological zones: delta and coastal zone, the dry zone, and the hill zone. Rice and fish production are predominant in the delta and coastal zone as there is plentiful monsoon rain and accessible water. In the dry zone, agriculture is in the river valleys where rice and crops are the main products and irrigation is the major system of agriculture. Most ordinary civilians are farmers, they own small piece of land where they can make their living by growing rice and other plants. Citizens living on mountain appropriate pieces of land to grow crops and rice to make their living.

The sole profiteer of the country natural resources is the military that rules the country. Only some civilians have their sharing in the factor of agriculture. The military has no desire of losing control of these natural resources and it tries to suppress any of its opposite party by the use of military power. This unjust control of the natural resources by military is one of the factors that contributes to the political conflicts in the country.

Myanmar has unique ethnic diversity, multi-religion and multi-cultural diversity. The majority of population is known to be Burmese whereas Kachin, Kayah, Kayin, Chin, Shan, Mon and Rakhine are considered to be the different ethnic minorities. There are many armed groups within these different ethnic minorities that want to defend their freedom and their right to natural resources.

Unjust sharing of natural resources disturbs stability and peace of community. One of the reasons that political conflict in the country is that the military wants take control over the ethnic minorities and their right to natural resources. Ethnic minorities should have a share in the natural resources in their perspective region as Pope Francis stated above. If this is not the case, it is impossible to establish stability and peace in the country.